¿Qué voces de autoridad deberíamos escuchar?

Reflexiones Diarias

Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.

por Terry Modica

¿Qué voces de autoridad deberíamos escuchar?


“Les contó una parábola a aquellos que habían sido invitados, haciéndoles notar que estaban eligiendo los lugares de honor en la mesa.” (De la lectura del Evangelio de hoy)


Reflexión de las Buenas Nuevas para:

Sábado de la 30ma. Semana del Tiempo Ordinario
Noviembre 4, 2023

Lecturas de hoy:

Romanos 11, 1-2.11-12.25-29
Salmo 93, 12-15.17-18
Lucas 14, 1.7-11
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/110423.cfm

¿Qué voces de autoridad deberíamos escuchar?

¿Qué voces de autoridad deberíamos escuchar? ¡El buen discernimiento hoy puede ser un gran desafío! Queremos hacer la voluntad de Dios, pero hay tantas personas en puestos de autoridad que están contradiciendo la voluntad de Dios. Con fuerte insistencia nos están diciendo cómo vivir, en qué creer y qué enseñarles a nuestros hijos. A veces es obvio cuando un líder está trabajando contra Dios pero, a menudo no — especialmente cuando se dicen católicos.

Esto puede ser muy confuso. Incluso agotador. Por lo tanto, ¿a qué voces de autoridad deberíamos escuchar? ¿Y cuál es la respuesta santa?

Jesús nos da su guía en la lectura del Evangelio de hoy, pero podría sorprenderte. Con frecuencia pasa desapercibida. Escuchamos la parábola y nos perdemos la razón por la cual él contó esta historia particular, en este momento en particular.

Jesús había sido invitado a una comida en la casa de un Fariseo — un líder religioso, alguien con autoridad. Pero no era un encuentro privado. El Fariseo había invitado a otros que pensaban como él.

“La gente lo observaba cuidadosamente” porque era el Sábado y Jesús tenía un historial de romper las leyes del Sábado. Creían que tenían la autoridad de reprenderlo y estaban esperando la oportunidad para hacerlo.

¿Cómo manejó Jesús esta situación? Los molestó e insultó con su parábola sobre las posiciones para sentarse. Eligió esa parábola en particular, en ese momento en particular, porque estaba desafiando a los que habían elegido lugares de honor en la mesa.

Es importante recordar que “rendir honor” no siempre significa “obedecer”. Jesús honró a los fariseos que le habían invitado a cenar aceptando con gusto su ofrecimiento. Pero honrarlos no significaba obedecer sus mandamientos mal concebidos, incluso si eso significaba ser perseguido por sanar a alguien en Sábado.

Al igual que Jesús, deberíamos honrar y respetar a las autoridades pero nunca deberíamos obedecer órdenes que contradijeran la voluntad de Dios. Deberíamos desobedecer cualquier mandamiento que fuera dañino o inapropiado (es decir, pecaminoso).

El problema es: podría ser difícil sentirse bien al desobedecer. La solución: recuerda que hay una cadena de autoridades que deberían guiar todas nuestras decisiones. Comienza con Dios. Él es la única voz de autoridad que realmente importa. Él la revela en su Palabra y en la Sagrada Tradición (es decir, + de 2000 años de enseñanzas de la Iglesia).

Segundo en la cadena está la autoridad que Dios nos ha dado — a ti y a mí. Vemos por primera vez nuestra autoridad dada por Dios en Génesis 1, 28 (“Llenen la tierra y sométanla. Legislen sobre … todo.). En el Nuevo Testamento Jesús nos da autoridad sobre los demonios y la enfermedad, y la autoridad para predicar las Buenas Nuevas.

Tercero en la cadena está la autoridad delegada. Esto incluye a los líderes en el gobierno, maestros en la escuela y el clero en la Iglesia. Nuestra capacidad para discernir si sus mandamientos deben ser obedecidos es igual a qué tan bien han sido formadas nuestras conciencias (mediante el estudio de la Palabra y las verdaderas enseñanzas de la Iglesia), cuánto nuestras conciencias están genuinamente inspiradas por el Espíritu Santo (al tener una buena relación personal con el Espíritu Santo), y cuán fuertemente deseamos ser sumisos a la voluntad de Dios.

Cuando San Pablo escribió que siempre debemos someternos a las autoridades gobernantes (Romanos 13, 1-5), se refería a gobernantes que “no temen a los que hacen el bien, sino que son temidos por los que hacen el mal”. En otras palabras, autoridades que actúan en nombre de Dios, de verdad y no sólo por nuestra suposición o su afirmación.

Cada vez que esto está alterado, hay un problema y Satanás tiene una puerta abierta.

¿Cuál debería ser nuestra respuesta a los desórdenes en la autoridad que tienen lugar hoy? Primero, buscar la verdad tanto como sea posible. Esto necesita incluir el Catecismo de la Iglesia Católica, las enseñanzas de los Santos y otros escritos oficiales de la Iglesia. Por ejemplo, el Papa San Juan Pablo II escribió una gran cantidad de encíclicas y exhortaciones apostólicas inspiradas por el Espíritu Santo que son totalmente confiables.

Segundo, pon tu fe en Dios por encima de tu búsqueda. ¿Cuán activamente se manifiestan los dones y frutos del Espíritu en tu vida? ¿Con qué frecuencia utilizas el Sacramento de la Confesión y el Rito Penitencial de la Misa para purificar tu pensamiento? ¿Cuán importante es para ti el deseo de ser santo?

¿Qué voces de autoridad deberíamos estar escuchando? Sin una relación activa y viva con el Espíritu Santo (el Espíritu de la Verdad), no podemos confiar en lo que escuchamos de parte de los seres humanos.

© 2023 por Terry A. Modica

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