Recibiendo tu ración completa del Espíritu
Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica
“Cuando fuimos bautizados en la vida de Cristo, el Padre nos dio su Espíritu plenamente.”
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
Jueves de la 2da. Semana de Pascua
Abril 20, 2023
Oración para hoy:
Señor: toma mis rebeldías y abre mi corazón a tu Gracia. Quiero lanzarme en ti y creer plenamente en ti, confiando en que todos tus caminos son verdad y vida. Amén.
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Lecturas de hoy:
Hechos 5, 27-33
Salmo 33, 2. 9. 17-20 (con 7a)
Juan 3, 31-36
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/042023.cfm
Recibiendo tu ración completa del Espíritu
¿El Padre ha racionado el don de su Espíritu para ti? ¿Tienes una porción del Espíritu Santo o la plenitud del Espíritu? En la lectura del Evangelio de hoy, Jesús dice que el Padre no racionó (“limitó”) el Espíritu para él. ¿Y para nosotros?
En nuestra primera lectura de hoy, Pedro dice que el Espíritu Santo ha sido dado a todos los que obedecen al Padre. Tú y yo no obedecemos a Dios todo el tiempo como lo hizo Jesús. ¿Esto significa que el Padre nos da menos de su Espíritu que lo que le dio a Jesús?
Fíjate en esta pregunta: ¿es limitado el amor del Padre? ¿Puede amar parcialmente a alguien? ¡Por supuesto que no! No existe tal cosa como “amor parcial”. ¡El amor es amor! Dios, que es amor total y completo, te ama a ti. Así que ¿por qué parece que le dio a Jesús la plenitud del Espíritu, pero solamente una parte a nosotros?
El Hijo permaneció plenamente en contacto con el Padre y estaba, por lo tanto, abierto a todo lo que el Padre quería darle, oyendo todo lo que el Padre le decía, y haciendo todo que el Padre hacía sobrenaturalmente a través de él.
Cuando fuimos bautizados en la vida de Cristo, el Padre nos dio su Espíritu totalmente. El problema es que no estamos totalmente en contacto con el Padre. Nuestros apegos y ocupaciones mundanas nos distraen. Nuestros pecados construyen un dique que retiene las aguas del Espíritu.
Innumerables Santos han experimentado el poder del Espíritu en increíbles milagros, porque trabajaron duro diariamente para derribar las barreras entre este mundo y el cielo. Trabajaron duro para liberarse de todos los pecados y distracciones que les desconectaba de Dios. “Pero nunca seré así de Santo,” señalamos. Nos damos por vencidos antes de intentar lo suficiente. Nos conformamos con el progreso que hemos hecho y nos sentamos en un banco acogedor al costado del camino. Vemos un duro trabajo por delante, y entonces giramos hacia caminos que parecen agradables y fáciles.
Por lo tanto, llevamos vidas mediocres en lugar de milagrosas. Grandes sueños se convierten en fantasías en lugar de realidades. Y en vez de obtener grandes logros que cambien el mundo, limitamos severamente nuestro potencial.
La prioridad más importante de nuestras vidas debería ser alimentar nuestra comunión con Dios. ¿Te importa lo suficiente tu desarrollo espiritual personal como para trabajar duro por él, diariamente?
El Padre no es quien raciona al Espíritu Santo. Nosotros limitamos la magnitud del efecto poderoso del Espíritu en nuestras vidas al descuidar el centrarnos totalmente en Dios. Dejamos que las distracciones nos desenfoquen. Dejamos que los pecados nos lleven incluso más lejos.
Observa las decisiones que haces hoy (y cada día) mientras te preguntas: “¿Estoy eligiendo el camino de la santidad? ¿Me estoy centrando en el amor de Dios por mí y mi amor por él?” ¡En cada momento!
Tomar las decisiones correctas –las decisiones santas y amorosas que alimentan el alma–inundará tu vida con el Espíritu de Dios.
© 2023 por Terry A. Modica
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