Reproches al amor

Reflexiones Diarias

Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.

por Terry Modica


“Jesús vino a redimir al mundo, no a condenarlo, marcando el comienzo de una nueva era, un nuevo testamento del amor de Dios.”


Reflexión de las Buenas Nuevas para:

Martes de la 26ta. Semana del Tiempo Ordinario
October 3, 2023

Oración para hoy:

Señor, que mis criterios no sean motivo de oposición para tus planes misericordiosos. Dame tus sentimientos amorosos hacia los demás. Amén.

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Lecturas de hoy:

Zacarías 8, 20-23
Salmo 87 (86), 1b-3.4-5.6-7
Lucas 9, 51-56
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/100323.cfm

Reproches al amor

En la lectura del Evangelio de hoy, Jesús reprende a los discípulos por querer reprender a los samaritanos. ¿Por qué está bien que Jesús lo haga, pero no los discípulos?

Los discípulos sin duda recordaban el fuego y azufre que Dios hizo llover sobre Sodoma y Gomorra para destruir a los pecadores que vivían allí. Parecía correcto, por lo tanto, esperar que Dios castigara y destruyera a los samaritanos que estaban rechazando a Jesús. Pensamos de la misma manera cada vez que interpretamos los desastres naturales y enfermedades como que son la justicia de un Dios castigador.

Pero Jesús había venido a redimir al mundo, no a condenarlo. Su presencia en la tierra marcó el comienzo de una nueva era, un nuevo testamento del amor de Dios. La misericordia había llegado a la tierra en la carne de Jesucristo. El fuego que descendería del cielo sería el Espíritu Santo.

Las reprensiones pueden ser condenatorias o salvíficas, pecaminosas o salvadoras. Como la mayoría de los judíos, los discípulos habían sido criados con un prejuicio contra los samaritanos porque combinaban la fe judía con las prácticas paganas. El sentimiento de desprecio era mutuo, razón por la cual los samaritanos no permitían que Jesús y su séquito se quedaran en su aldea. Los discípulos reaccionaron con enojo con un juicio rápido que condenó a los samaritanos a la muerte. Si Jesús hubiera accedido a destruir la aldea, sus discípulos habrían disfrutado de la catástrofe.

Jesús respondió a su ira con una reprensión que provenía del amor. Él los estaba salvando de su pecado.

¿Cuando ves a alguien tener su debido castigo, gozas o sufres con ellos? Cuando un asesino es ejecutado, cuando un empleado irresponsable es despedido, o cuando un sacerdote termina en prisión por abusar de un niño, ¿cómo debemos sentirnos?

Si los amamos como Jesús los ama, nos duele verlos cosechar las malas consecuencias de la mala cosecha que sembraron. Esperamos sinceramente que sus sufrimientos les ayuden a arrepentirse. Les mostramos misericordia, pero no eliminamos su responsabilidad.

Los discípulos carecían de esta actitud de misericordia. ¿Jesús disfrutó regañándolos? Por supuesto no. Le dolía su prejuicio, no sólo porque se preocupaba por los samaritanos, sino que también se preocupaba por sus discípulos y por el daño que su prejuicio les estaba causando a sus propias almas.

Debemos levantar la voz en contra de las malas prácticas — Dios nos hace responsables si no lo hacemos — y debemos detenerlos a ellos si podemos, si no, somos los facilitadores de estos pecados. Sin embargo, ¿nos preocupamos tanto de los malhechores como de las víctimas? ¿Podemos orar con sinceridad en nuestros corazones por un cambio en sus corazones, no porque un cambio en ellos hará nuestra vida más fácil, sino por su bien? Si la respuesta es sí, entonces estamos listos para ser instrumentos de Dios para la justicia.

© 2023 por Terry A. Modica

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