¿Qué sucede cuando eres profeta de Cristo?
Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica
“Los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos le dijeron: ‘¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio esta autoridad para hacerlas?'” (Marcos 11, 27-28)
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
Sábado de la 8va. Semana del Tiempo Ordinario
Memorial de San Justino, Mártir
Junio 1, 2024
Lecturas de hoy:
Judas 17.20-21
Salmo 62, 2-6.8-9
Marcos 11, 27-33
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/060124.cfm
¿Qué sucede cuando eres profeta de Cristo?
En el Evangelio de Marcos, Capítulo 11, versículos 27 y 28, vemos a Jesús que con sus milagros y prédicas, sacude al “mundo” de los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. Su reacción: “¿Con qué autoridad haces esto?”
Todo aquel que habla del Señor con unción (el toque del Espíritu Santo) es un profeta de Cristo. Nuestras palabras atraen la atención. La personas son sacudidas. Todos, de diferentes formas, se detienen y se preguntan: “¿Qué es esto?” Luego, cada persona reacciona.
Algunas personas van hacia esas palabras, inclinándose para escuchar más atentamente. Sus corazones están deseosos, sus almas hambrientas, sus espíritus abiertos y, entonces, son transformados por esas palabras. ¡Es la victoria del Señor en nuestras vidas! Trabajando juntos como socios el Creador y la criatura son invencibles.
Otras personas se sienten inquietas. Algo se agita, incómodamente, dentro de ellos. Sus cejas se fruncen mientras el disgusto emerge. “¡Cuidado!”, gritan sus almas. “¡Peligro!” E inmediatamente sienten deseo de silenciar la voz del profeta.
Entre una reacción y otra, hay infinitos matices: duda, temor, culpa, prejuicio, fatiga, desinterés, irritación, ira, etc.
Es inevitable. Proclamar la Palabra del Señor, inevitablemente, causa alguna reacción. Si no, no es verdaderamente la Palabra del Señor. Es meramente una palabra humana con buenas intenciones.
Si tú estás proclamando la Palabra del Señor, debes esperar cualquiera de estas reacciones: disponibilidad, gozo, aceptación, incertidumbre, molestia, rechazo, ira, persecución y, posiblemente, tu muerte. Si estás proclamando la Palabra del Señor, muchas vidas serán transformadas. El gozo será un claro signo de autenticidad. La persecución también.
Si estás proclamando la Palabra del Señor, ora. Pídele al Señor que fortalezca tu espíritu para que el aplauso no enorgullezca tu alma y que el temor a la persecución no debilite tu determinación.
¡Ora! ¡Ora siempre y regocíjate en tu Señor!
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© 2024 por Graciela Ramos
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