Lo que significa ser un verdadero profeta
Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica
“Una vida santa es lo que prueba que un profeta es verdadero.”
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
Miércoles de la 12da. Semana del Tiempo Ordinario
Junio 26, 2024
Oración para hoy:
Amado Señor: que mis palabras y mis actos, sean fruto de tu Espíritu obrando mí. Guárdame de confundir o escandalizar con mi vida, a aquellos que esperan en ti. Amén.
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Lecturas de hoy:
2 Reyes 22, 8-13; 23, 1-3
Salmo 118, 33-37.40
Mateo 7, 15-20
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/062624.cfm
Lo que significa ser un verdadero profeta
Como leemos en el pasaje del Evangelio de hoy, el mal puede penetrar en nuestras vidas cuando cometemos el error de confiar y propagar mensajes erróneos. Un verdadero profeta es alguien que lleva todo ante el Espíritu Santo para un buen discernimiento, mientras comprueba su exactitud comparándolo con lo que dice la Biblia y las enseñanzas que la Iglesia sobre ese tema y, luego habla abiertamente. Una persona así es un maestro de la verdad, no sólo de palabra, sino también en hechos, ya que una vida santa prueba que el profeta es verdadero.
En nuestros bautismos, renacimos en Cristo y en su triple ministerio como sacerdote, profeta y rey. Consideremos lo que significa ser un profeta como Cristo. Nuestras vidas ¿dan prueba de que creemos las verdades que profesamos como cristianos? Nuestras acciones y actitudes ¿enseñan la verdad? ¿O aceptamos, sin saberlo, falsedades dentro de nuestras creencias y luego las impartimos a los demás por la forma en que no conseguimos seguir a Jesús?
Tal vez combinamos las actitudes cristianas con la mentalidad contradictoria del mundo y, por lo tanto, nuestro ejemplo enseña a otros a perseguir objetivos profanos en lugar de divinos. O hemos permitido que los conceptos de la Nueva Era o del relativismo moral se entretejan en nuestras creencias cristianas pensando que esto es inofensivo y, de esa manera, estamos engañando, no solo a nosotros, sino también a los demás, con nuestra forma de vivir no basada en Cristo ni centrada en Cristo.
Es alarmante cómo pocos católicos realmente aún confían en el Magisterio de la Iglesia (es decir, las enseñanzas oficiales de la Iglesia, como está escrito en el Catecismo de la Iglesia Católica, encíclicas papales, etc.). El relativismo moral se ha infiltrado en los fieles cristianos de todas partes como el cáncer, permitiendo al enemigo influir en la sociedad de modo que ahora el bien es considerado diabólico y pecar es considerado “políticamente correcto”.
La culpa por esto, a veces, está siendo mal asignada. Algunos conservadores morales creen que la cura es un regreso ultra-conservador a la Iglesia como era antes del Concilio Vaticano II. ¿Por qué? Porque la santa obediencia y la fidelidad se deterioraron después de ese Concilio. Pero vamos a ampliar nuestra mirada y dar un vistazo a lo que estaba ocurriendo en la sociedad casualmente al mismo tiempo que el Concilio Vaticano II. Era la década de 1960, la década de la revolución sexual y la relajación de las costumbres sociales en los EE.UU. y en otras culturas occidentales. Los cambios en la sociedad erosionaron la fidelidad, no los cambios en la Iglesia.
¿Qué tan malo es el cáncer? Hasta cierto punto, la mayoría de nosotros hemos sido influenciados por esta idea: “si me parece correcto, voy a seguir adelante incluso si va en contra de una enseñanza de la Iglesia” (relaciones sexuales fuera del Sacramento del Matrimonio y el uso de anticonceptivos artificiales son dos de los ejemplos más comunes), porque no somos capaces de investigar las enseñanzas de la Iglesia sobre esto y por lo tanto permanecemos ignorantes acerca de la base y los objetivos del amor en ella.
Algunas mentiras son tan sutiles que suponemos vienen de Dios. Por ejemplo, muchos han aceptado la creencia mundana que no debemos sufrir o hacer sacrificios. ¿Qué enseña esto al mundo que nos rodea? ¡Que el camino de Cristo, el cual incluye la cruz, está equivocado!
Con tantas enseñanzas falsas en nuestros oídos, ¿cómo podemos saber la diferencia entre lo que es verdad y lo que es falso? Jesús dio la respuesta: mira los frutos. ¿El mensaje (o la actitud o la decisión) nos llevan a nosotros — y a otros — a ser más como Cristo?
© 2024 por Terry A. Modica
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