¿Te alimentas de leche o de comida sólida?

Reflexiones Diarias

Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.

por Terry Modica

¿Hambriento de Dios?


El ministerio – hacer una diferencia en las vidas de los demás – tiene lugar fuera de la seguridad de nuestras zonas de confort.


Reflexión de las Buenas Nuevas para:

Miércoles de la 22da. Semana del Tiempo Ordinario
Septiembre 4, 2024

Oración para hoy:

Te doy gracias, mi Señor, porque Tú no te detienes ante nada para rescatarme, sanarme y liberarme de todas mis angustias. Te alabo porque TODO está en tus amorosas manos. Amén.

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Lecturas de hoy:

1 Corintios 3, 1-9
Salmo 32, 12-15.20-21
Lucas 4, 38-44
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/090424.cfm

¿Te alimentas de leche o de comida sólida?

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¿Estás hambriento de Dios? ¡Seguro que sí! Si no tuvieras apetito espiritual no estarías leyendo estas Reflexiones de las Buenas Nuevas. Pero ¿qué tipo de hambre tienes? Algunas personas están satisfechas con la comida de bebé. Quieren todo hecho puré para ellos, es decir, quieren la verdad llana y simple, clara, blanco y negro sin áreas grises, nada que masticar. Esta clase de fe es fácil y sin esfuerzo.

Sin embargo, San Pablo dice, en la primera lectura de hoy, que este nivel de fe significa que aún “somos de la carne”. Se necesita un gran esfuerzo para entender la verdad en un nivel más profundo, con todos sus matices y requiere el mismo trabajo duro para superar los deseos pecaminosos de nuestra naturaleza carnal. Celos, rencillas, divisiones, avaricia, ira, impaciencia, insultos, quejas, adicciones, egoísmo y todos los vicios a los que sucumbimos indican que no hemos puesto suficiente esfuerzo en profundizar nuestra comprensión de la verdad.

Se necesita madurez espiritual para apreciar – y responder – a los deseos de nuestra naturaleza santa que nos fue dada por el Espíritu Santo en nuestro bautismo. Pablo les dijo a los “bebes” cristianos de Corinto que eran “el campo” (para ser cosechados) y “la construcción” (todavía en construcción) de Dios. Este es nuestro punto de partida. Dios nos ha plantado en su campo. Él ha construído su cimiento en nuestras vidas.

Pero entonces ¿qué? ¿Queremos permanecer en esta etapa de bebé?

Cuando aceptamos el trabajo duro de crecer en santidad, nos convertimos en colaboradores de Dios. Como socios en su misión, somos sus manos terrenales que plantan semillas y que construyen a otros sobre su cimiento.

En las etapas más avanzadas de comprensión espiritual, aceptamos el sufrimiento y el sacrificio como parte de la argamasa que sostiene al edificio unido. Vemos más allá de lo obvio y aceptamos la guía de Dios incluso cuando no tiene sentido. Aceptamos el Ministerio de Cristo (un atisbo del cual vemos en el Evangelio de hoy) como propio, incluso con todas sus dificultades.

Como proclamamos en el Salmo responsorial de hoy: “Bienaventurado el pueblo que el Señor se ha elegido como propio.” Sin embargo, no podemos entrar en esta bendición si actuamos como bebés; los bebés lloran: “Dame, aliméntame, abrázame”.

Los bebés son ignorantes, pero la ignorancia (al contrario del viejo cliché), no es felicidad. La ignorancia nos lleva al peligro, razón por la cual los niños pequeños no deben salir a la calle solos. La ignorancia también esconde muchos desafíos interesantes y, así, perdemos oportunidades maravillosas para hacer una buena diferencia en el mundo.

En las etapas más avanzadas de comprensión espiritual, vamos con Jesús donde quiera que vaya. El trabajo de compartir la misión de Cristo no se logra en cunas. Las cunas tienen barrotes que nos frenan. El Ministerio – marcando la diferencia en las vidas de otros – tiene lugar fuera de la seguridad de la zona de comodidad.

Reflexiona más sobre este tema con nuestro PalabrasVivas: “La Pasión para Evangelizar con Coraje” en https://buenasnuevascatolicas.org/evangelizar-con-coraje/

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