Venciendo los celos y la ambición egoísta
Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica
La ambición personal es un pecado porque trata de arrebatarle el éxito a los demás.
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
25to. Domingo del Tiempo Ordinario
Septiembre 22, 2024
Oración para hoy:
Perdóname Señor, por el orgullo que tantas veces me domina. Dame humildad para conocer mi pobreza y poner mi fortaleza sólo en Ti y al servicio de los demás. Amén.
¡MEJORA TU DÍA!
Poderosas oraciones católicas con la reflexión diaria están disponibles en nuestro canal de YouTube en español.
Lecturas de hoy:
Sabiduría 2, 12.17-20
Salmo 53, 3-6.8
Santiago 3, 16–4, 3
Marcos 9, 30-37
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/092224.cfm
Venciendo los celos y la ambición egoísta
En las lecturas de este domingo, enfrentamos la maldad: los celos destruyendo lo que es bueno, el egoísmo causando daño a los demás, y el orgullo aplastando a aquellos que se cruzan en el camino.
La primera lectura habla del mal hecho por los extranjeros que oprimían a la nación israelita. En la lectura del Evangelio, Jesús predice el mal hecho por los extranjeros espirituales que estaban peleando contra Su ministerio. La carta de Santiago cita la mayor maldad de todas: la batalla dentro de la Iglesia — cristianos contra cristianos.
Los celos y el egoísmo son, generalmente, la raíz bajo cada escándalo en la Iglesia, cada división en el plantel de una parroquia, cada discordia entre ministerios, cada voluntario molesto que se siente desplazado, cada relación rota en las familias cristianas, y cada actitud que hace que los católicos más débiles pierdan la fe — ¡todo es maldad!
Para llegar a la raíz de cada problema de división, busca las ambiciones personales. Identifica, honesta y objetivamente, incluso las formas más sutiles para que puedas identificar los antídotos de Dios. Cuando ves la división en los demás, ¿te sientes triste por ellos? Si no es así, ¿por qué no? La respuesta, generalmente, yace en nuestro propio orgullo.
Jesús nos dio la cura para esto: “Si alguien desea ser el primero” (lo cual es un deseo motivado por nuestra ambición egoísta) “debe ser el servidor de todos.”
La ambición egoísta es un pecado, porque trata de arrebatar el éxito de los demás. Santiago señaló que cualquier cosa que ambicionemos, si es buena, podemos tenerla, simplemente pidiéndoselo a Dios y trabajando en colaboración con el Espíritu Santo, para alcanzar nuestras metas — pero no, si sólo lo deseamos para satisfacer nuestras propias pasiones egoístas.
Dios nos da aquello que pedimos cuando beneficiará a la comunidad parroquial, o a toda la familia, o a aquellos que fueron llamados a servir en nuestros ministerios. Cuando deseamos algo por lo bien que ayudará a otros (en lugar de para nuestro beneficio únicamente), este deseo es puro, pacífico, amable, complaciente y lleno de misericordia, y producirá buenos frutos.
Preguntas para la Reflexión Personal:
¿Cuándo has sufrido por los celos y las ambiciones egoístas de los demás en la Iglesia? ¿Cómo afectó esto tu fe? ¿Te motivó para no cometer el mismo pecado?
Preguntas para Compartir la Fe en Comunidad:
Identifica cómo, los celos y las ambiciones egoístas, han sido la causa subyacente detrás de algún problema que observaste o experimentaste personalmente en la Iglesia. ¿Cómo pueden ser sanados estos escándalos, con un corazón puro, una respuesta pacífica, amabilidad, misericordia, y buenos frutos que transformen una tragedia en un triunfo?
Reflexiona más sobre este tema usando nuestra oración: “Oración pidiendo paz en medio de múltiples tormentas” @ https://buenasnuevascatolicas.org/oraciones/paz-en-medio-de-tormentas/
© Terry Modica, Good News Ministries