Las palabras son sagradas

Reflexiones Diarias

Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.

por Terry Modica

Las palabras son sagradas.


Deberíamos decir lo que queremos decir y querer decir lo que decimos, y asegurarnos que glorifica a Dios.


Reflexión de las Buenas Nuevas para:

Miércoles de la 25ta. Semana del Tiempo Ordinario
Septiembre 25, 2024

Oración para hoy:

Señor mío: ayúdame a afirmar mi confianza en Ti. Sáname y libérame de todo aquello que me impida ser capaz de realizar aquellos prodigios que tú anhelas realizar a través mío. Amén.

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Lecturas de hoy:

Proverbios 30, 5-9
Salmo 118, (105) 29.72.89.101.104.163
Lucas 9, 1-6
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/092524.cfm

Las palabras son sagradas

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Las palabras son sagradas. ¿Por qué somos tan descuidados con ellas?

Suponemos que las palabras mal habladas pierden su poder dañino después de ser olvidados, pero en realidad todas las palabras trascienden a través del tiempo, ya sea con bendiciones o destrucción.

Duras palabras dichas a nosotros cuando niños todavía nos controlan hoy a menos que las sometamos a un proceso de sanación. Palabras de orientación e instrucción que se basaron en ideas falsas o insalubridad todavía manipulan cómo pensamos y vivimos hasta que las reemplacemos con la verdad. Y las palabras de elogio continúan alentándonos mucho tiempo después, aunque no podamos recordar quién lo dijo o por qué.

¿Cómo te sientes cuando alguien te lleva a un lado y te dice: “¿Puedo hablar un momento contigo?” Mientras más aterrador sea, más sanación es la que necesitas de las palabras destructivas de tu pasado.

Las palabras son poderosas. Ellas no se pueden eliminar una vez escuchadas. Para ser como Jesús, debemos desarrollar el autocontrol para controlar cada pensamiento, estado de ánimo, y la palabra antes de que salgan de nuestra boca. Estamos tan acostumbrados a dejar que nuestras lenguas se agiten libremente que creemos que esto es imposible, pero no lo es — no si nos detenemos y oramos constantemente para permitir que el Espíritu Santo inspire nuestras palabras.

Si no podemos hacer eso, entonces debemos hacer un voto de silencio por un día o dos y acostumbrarnos a la idea de que nuestra lengua ¡se puede controlar!

Las palabras son sagradas. Siempre debemos decir lo que queremos decir y querer decir lo que decimos y asegurarnos de que todo glorifica a Dios o hace honor a su reino o al menos muestra respeto por sus caminos. Cualquier otra forma de hablar es un sacrilegio.

Esta es la lección que la primera lectura de hoy nos está enseñando. Cuando hablamos como si supiéramos la verdad mientras rompemos los mandamientos de la Palabra de Dios, destruimos la santidad de nuestras palabras; somos unos mentirosos. Cada palabra impía niega a Dios. Demuestran una falta de amor por él. Retienen su amor de las personas que nos escuchan.

La Palabra de Dios es lámpara para nuestros pies, como se dice en el salmo responsorial. Que nuestras palabras siempre reflejen la luz de manera que, con Jesús, ayudamos a guiar a otros en el camino de la rectitud. Las palabras sagradas son lo suficientemente potentes como para conquistar los demonios y curar enfermedades, como se evidencia en la lectura del Evangelio. Que aprendamos a aprovechar el poder de las palabras.

¡Amén! (En una palabra, “¡que así sea!”)

© Terry Modica, Good News Ministries