Encontrar y tapar nuestras filtraciones de orgullo
Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica
Ser humilde es reconocer que Dios está en todo lo que es bueno y santo.
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
Lunes de la 31ra. Semana del Tiempo Ordinario
Memorial de San Carlos Borromeo, Obispo
Noviembre 4, 2024
Oración para hoy:
Amado Señor: dame la humildad y el desapego que necesito para buscar el bien de mis hermanos, sólo por amor, sin esperar nada a cambio. Amén.
¡MEJORA TU DÍA!
Poderosas oraciones católicas con la reflexión diaria están disponibles en nuestro canal de YouTube en español.
Lecturas de hoy:
Filipenses 2, 1-4
Salmo 130, 1-3
Lucas 14, 12-14
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/110424.cfm
Encontrar y tapar nuestras filtraciones de orgullo
Somos lo suficientemente humildes para reconocer que tenemos demasiado orgullo, ¿no es así? Verdaderamente, tú y yo preferiríamos ser humildes y santos; es por eso que ponemos mucho esfuerzo en nuestro crecimiento espiritual. Y, sin embargo (suspiro), el orgullo es la falla número uno de todos, ¿no es así? ¿Por qué no podemos vivir un solo día totalmente humildes?
Tan pronto como pensamos que hemos superado el orgullo, él encuentra otra manera de escaparse de nosotros. Humildemente podríamos hacer un sacrificio de amor haciendo una buena acción a alguien y, cuando dé las gracias por ello, dar la gloria a Dios, pero en el momento siguiente orgullosamente “apreciamos” el hecho de que somos más amorosos, es decir, “mejor”, que los que no hacen lo mismo.
Claro, pero no hay que olvidar que la humildad incluye ser pacientes con nosotros mismos, mientras encontramos y tapamos nuestras filtraciones de orgullo, una a la vez, día tras día. La humildad crece; no podemos encenderla como una bombilla.
En la primera lectura de hoy, San Pablo enumera algunos de los efectos nocivos del orgullo y la vanidad: rivalidad y vanidad causan división y desunión, rompiendo los lazos de amor. Y él nos da la cura: debemos considerar a los demás como más importantes que nosotros mismos. Ten en cuenta, por favor, que no estamos hablando de una actitud de inferioridad, en el que se pierde de vista la igualdad de todas las personas, incluyendo a nosotros mismos. No es humilde darnos mal trato. Hacerlo es burlarse del Padre que nos ha creado, lo que implica que se equivocó con nosotros.
Más bien, Pablo nos muestra que cuando nos elevamos por encima de nuestro egoísmo para servir a los demás, el amor de Cristo está obrando en nosotros, ministrando a los demás a través de nosotros y todos nos sentimos mejor.
Jesús también nos da una cura para el orgullo en la lectura del Evangelio. Cuando damos sin esperar nada a cambio, estamos inmersos en la humildad. Vencemos el orgullo al hacer por los demás lo que ellos no pueden hacer por nosotros. Del mismo modo, cuando otros nos hacen bien a nosotros, el orgullo insiste en que demos algo de regreso, pero la humildad es aceptar el regalo como un gesto de amor gratuito.
El Salmo responsorial de hoy nos da la clave de la humildad: podemos decir, “Oh Señor, mi corazón no es orgulloso” porque, “En ti, Señor, he encontrado mi paz.” La humildad es reconocer que Dios está en todo lo que es bueno y santo. La humildad dice: “yo soy bueno y lo hago bien, porque el Señor es bueno, y es él que hace buenas obras en mí y a través de mí.” El orgullo, por el contrario, dice, “¡Mírame! ¡Mira lo que he hecho!” Punto.
Todos los días, tenemos que orar por la gracia de encontrar y tapar nuestras filtraciones de orgullo. Si puedes asistir a las misas entre semana, tienes una oportunidad para tapar rendijas cada día, el Rito Penitencial, cuando reconocemos nuestros pecados y pedimos a María y a todos los ángeles y santos y a todos nuestros hermanos y hermanas que rueguen por nosotros. Es una de las principales razones por la que voy a misa todos los días.
© Terry A. Modica, Good News Ministries