Superando la vergüenza de nuestros pecados
Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica
La única vergüenza está en racionalizar nuestros pecados al llamarlos buenos.
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
Jueves de la 31ra. Semana del Tiempo Ordinario
Noviembre 7, 2024
Oración para hoy:
Señor Jesús: te pido la gracia de buscar siempre las riquezas escondidas en los demás y ser consciente que Tú quieres rescatarnos a todos gracias a tu misericordia. Amén.
¡MEJORA TU DÍA!
Poderosas oraciones católicas con la reflexión diaria están disponibles en nuestro canal de YouTube en español.
Lecturas de hoy:
Filipenses 3, 3-8a
Salmo 104, 2-7
Lucas 15, 1-10
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/110724.cfm
Superando la vergüenza de nuestros pecados
¿Por qué tenemos tantas dificultades para admitir nuestros propios pecados? ¿Por qué es tan difícil pedir perdón? ¿Por qué nos resistimos a confesarnos aun cuando sabemos que nos dará la gracia para resistir el pecado en el futuro? ¿Por qué no estamos compartiendo con otros nuestra historia de superación de un pecado personal como testimonio del crecimiento cristiano?
Es porque nos sentimos muy avergonzados de hacer frente a la reacción de los demás. Estamos en esta situación porque hemos sido juzgados injustamente por otros, nos hemos juzgado a nosotros mismos implacablemente y esto nos ha hecho tener miedo de enfrentar nuestros pecados y, mucho más, hablar abiertamente de ellos. Necesitamos misericordia, pero nos sentimos condenados.
Peor aún, nosotros mismos hemos sido críticos hacia los demás e, inconscientemente, asumimos que lo que hemos hecho a los demás se nos hará a nosotros. Sabemos que si somos capaces de hacerlo, también lo es la persona a nuestro lado. Por lo tanto, optamos por mantener en secreto esta parte de nuestras vidas espirituales.
Y, sin embargo, al abrirnos y hablar honestamente acerca de cómo hemos pecado (apropiadamente, por supuesto) agregando por qué lo lamentamos y cómo Jesús nos ha ayudado a superarlo, nos convertimos en una ayuda en el crecimiento espiritual de los que escuchan. Los demás adquieren valor para enfrentar su propio pecado, porque les hemos dado esperanza: la misericordia que anhelan realmente existe; arrepentirse y cambiar realmente es posible.
Esto es mucho más importante que la desaprobación de los que nos condenan. No es su opinión la que importa de todos modos. Es la de Dios ¡y sólo la de Dios! El problema es que hemos sido heridos por el juicio de los seres humanos, por lo que esperamos que Dios sea crítico también. Nos olvidamos de la misericordia que está disponible en el Sacramento de la Reconciliación. Y juzgamos al sacerdote en el confesionario como si no tuviera misericordia (o tal vez le juzgamos por sus propios pecados sin arrepentimiento) y, por lo tanto, nos negamos a nosotros mismos la oportunidad de encontrarnos con Cristo en ese sacerdote.
Mira lo que la lectura del Evangelio de hoy dice acerca de esto. ¡Los ángeles se regocijan cuando un pecador se arrepiente! No hay vergüenza en arrepentirse. La única vergüenza es racionalizar nuestros pecados llamándolos buenos, negándonos a examinarnos a nosotros mismos para ver si necesitamos cambiar.
Cuando nos damos cuenta de que hemos estado justificando un pecado como aceptable o necesario o mejor que lo que enseña la Iglesia, podemos ser como la mujer que perdió la moneda. Al encontrar el precioso tesoro del perdón, podemos convocar a nuestros amigos y vecinos, y decir: “¡Alégrense conmigo! ¡Hagamos una fiesta!” Porque ahora nos estamos pareciendo más a Cristo.
© Terry A. Modica, Good News Ministries