Cómo el amor nos humilla y nos justifica

Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica

Somos juzgados por nuestro amor a los demás
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
30mo. Domingo del Tiempo Ordinario
Octubre 26, 2025
Oración para hoy:
Amado Señor: dame la gracia de reconocer mis limitaciones, mis faltas y mi necesidad de Ti. Gracias por las maravillas que haces en mi vida. Amén.
¡MEJORA TU DÍA!
Poderosas oraciones católicas con la reflexión diaria están disponibles en nuestro canal de YouTube en español.
Lecturas de hoy:
Sirácides 35, 12-14.16-18
Salmo 33, 2-3.17-19.23 (con 7a)
2 Timoteo 4, 6-8.16-18
Lucas 18, 9-14
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/102625.cfm
Cómo el amor nos humilla y nos justifica
En la lectura del Evangelio de este domingo, vemos qué sucede cuando nuestra motivación básica para todo lo que hacemos no es el amor sino nuestro egocentrismo. “Quien se exalte a sí mismo será humillado.” Tarde o temprano, las personas que se exaltan a sí mismas terminan humilladas, se den cuenta o no. Son derribadas por sus propios comportamientos, las personas que se cruzan con ellas en la vida diaria no piensan demasiado bien de ellas y, ciertamente, Dios tampoco.
La mejor alternativa es dejar que nuestro amor por los demás sea el que nos humille.
Sin el amor como motivación, creemos en nuestra “justicia,” pensando que estamos en lo correcto, pero no es así. Pero, cuando hacemos buenas obras para los demás porque genuinamente nos preocupamos por ellos, el orgullo de nuestra supuesta justicia es reemplazado por santa humillación.
Somos juzgados por nuestro amor por los demás. El egocentrismo es a nuestra medida — nos motiva a hacer el bien pero sólo con propósitos egoístas de ser admirables, ganarnos la aprobación de Dios u obtener algún otro beneficio personal. El amor, que es la verdadera justicia, nos motiva a hacer el bien por el bien de los demás.
Mira al fariseo de la parábola de Jesús. Todos nos comportamos así alguna vez. Piensa en alguien que consideras que es inferior a ti porque tú eres más santo, alguien que no va a la iglesia tan a menudo como tú o que no ora como tú. Piensa en alguien que crees no es digno de tu tiempo y preocupación. Piensa en alguien que para ti es muy difícil de amar.
La cura para esta arrogancia es estar en contacto con el interés que Dios tiene por ellos. Una vez que unimos nuestros corazones al amor de Dios por ellos, comenzamos, también, a preocuparnos por ellos. Y la manera más poderosa y exitosa de lograr esa unión con Dios es a través del Sacramento de la Reconciliación que nos absuelve de la arrogancia y nos capacita con la divina gracia para absorber la mismísima justicia de Cristo.
Preguntas para la Reflexión Personal:
Piensa en aquellos que son menos activos espiritualmente que tú, por ejemplo: familiares, amigos, compañeros de trabajo y parroquianos, que hacen que pienses: “¡Gracias Dios que no soy como ellos!” ¿Te afliges por ellos a causa de sus pecados y ceguera? ¿Haces algo para ayudarlos a acercarse a Cristo? ¿Pueden experimentar a Jesús cada vez que se encuentran contigo?
Preguntas para Compartir la Fe en la Familia y la Comunidad:
¿Cuáles son algunas de las formas de mostrar amor a aquellos que crees que no son tan santos como tú, o no tan emocionalmente saludables como tú o no tan inteligentes como tú? Describe la época en que te sentías más justo de lo que realmente eras. ¿Cómo permitiste (o permitirás) que Jesús cambie tu orgullo por humillación llena de amor?
© Terry A. Modica, Good News Ministries
