Si no lo veo, no lo creo

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La experiencia de Tomás nos enseña que incluso quienes aman profundamente a Jesús pueden atravesar momentos de duda.
Jesús no reprende su incredulidad, sino que lo guía con paciencia hacia una fe más madura. El pasaje revela que desear una experiencia sensible con Dios es señal de un corazón apasionado por Él. Sin embargo, la verdadera fe no depende solo de lo que vemos o sentimos. Jesús nos invita a confiar en su presencia, aunque no siempre sea perceptible.
La enseñanza clave es que la fe crece cuando aprendemos a creer más allá de los sentidos.
El texto reflexiona sobre un pasaje del Evangelio según San Juan en el que Jesús se aparece a sus discípulos y se dirige de manera especial a Tomás, invitándolo a creer más allá de lo que puede ver y tocar. A partir de esta escena, se plantea una pregunta sobre nuestro propio camino espiritual: el anhelo de tener experiencias profundas con Dios y la inquietud que surge cuando sentimos que otros las han vivido y nosotros no.
La enseñanza que deja este episodio es que ese deseo sincero de encuentro con el Señor revela ya una pasión por Jesús, pero también la necesidad de dar un paso más en la fe, creciendo en confianza. Por eso, el texto invita a pedir en la oración una fe firme, que no dependa solo de lo sensible, sino que se convierta en un testimonio personal y auténtico del amor de Cristo en la vida de cada creyente.