¿A qué le temes?

¿A qué le temes?

[ PROFUNDIZA TU FE ]

¿A qué le temes?

¿A qué le temes? Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino un espíritu de poder, de amor y de autodisciplina. (2 Timoteo 1, 7)

Mucho en nuestras vidas está gobernado por el miedo. Estamos tan acostumbrados a su influencia, que a menudo ni siquiera reconocemos cuánto nos está impidiendo ser todo lo que Dios nos creó para ser: cuánto gozo, satisfacción, paz, propósito y libertad para conocer verdaderamente el amor de Dios, la misericordia y el perdón.

¿A qué le temes? ¿Tienes miedo de decir no a las demandas de la gente sobre ti, incluso cuando estás siendo sobreexigido? ¿Tienes miedo de decir sí a la voluntad de Dios para tu vida, aunque tu propia voluntad te haya metido en tantos líos? ¿Tienes miedo de hacer un cambio necesario en tu vida? ¿Tienes miedo de buscar nuevas amistades? ¿Tienes miedo de permanecer en un matrimonio o un trabajo donde los problemas se sienten abrumadores?

Hay tres clases de miedo:

  1. Temor a Dios, que significa que le TEMEMOS a Él porque nos damos cuenta de que Él es perfectamente amoroso, totalmente bueno y sin Él no somos ni amorosos ni buenos.
  2. Temor Natural, que es la advertencia del sentido común que nos ayuda a sobrevivir: “¡No pongas tu mano en esa estufa caliente o te quemarás!”
  3. Temor Maligno, que eleva el sentido común fuera  de proporción y que no tiene nada que ver con Dios: “¡Mantente a menos de diez pies de esa estufa caliente o te quemarás!” El miedo maligno daña tanto nuestra relación con Dios como nuestro disfrute de este mundo.

El temor maligno se origina con el castigo. Cuando éramos niños, nuestros padres nos enseñaron a ser buenos castigándonos cuando hacíamos algo malo. Obedecimos a nuestros padres porque los temíamos. Temíamos su ira, sus amonestaciones, sus azotes o su desaprobación. Como adulto, examina de cerca lo que te motiva a hacer el bien. ¿Realizas tu trabajo bien porque amas a la gente para la cual  trabajas o porque hay un miedo de ser reprendido o de perder su trabajo? ¿Ayudas a tu vecino porque lo amas o porque temes su reacción si das la espalda a su necesidad? ¿Vas a la iglesia por el temor de ir al infierno o porque amas a Dios? ¿A qué le temes?

Las Escrituras dicen:

No hay miedo en el amor. Pero el amor perfecto expulsa el miedo, porque el miedo tiene que ver con el castigo. El que teme no se perfecciona en el amor. (1 Juan 4, 18)

Para dejar nuestros temores y vivir una vida de amor necesitamos diferenciar a Dios de nuestros padres. Ellos fueron nuestros primeros modelos de cómo es Dios, así que normalmente (inconscientemente) creemos que Dios es limitado como ellos. Por ejemplo, si tu papá estaba lejos de casa continuamente, tú probablemente piensas que Dios está distante también. Pero Dios es el Padre Perfecto. Él te ama totalmente, incondicionalmente, sin importar nada, para siempre y plenamente. El estaba contigo en tus peores sufrimientos, compartiendo tus heridas y lágrimas, incluso cuando no te dabas cuenta. ¡Tú eres Su amado hijo! ¿Lo crees?

El miedo en tu vida indica que no crees totalmente en el amor de Dios. La razón más común por la cual las personas no creen en ello es el sufrimiento que han soportado y presenciado. Asociamos el sufrimiento con el castigo. Nuestro mundo nos ha enseñado que el sufrimiento es malo y que debemos deshacernos de todo y de todos los que nos causan dolor y dificultades. Pensamos que si somos lo suficientemente buenos, el dolor finalmente terminará, pero cuando no conseguimos detener el dolor, nos convencemos de que Dios nos está desaprobando continuamente. Creemos que si Dios nos permite sufrir ~ lo que obviamente hace ~ Él debe estar castigándonos.

¡EQUIVOCADO!

¿a qué le temes?

El miedo siempre nos miente. El temor nos dice: “El sufrimiento es la prueba de que el amor de Dios te ha abandonado, o es insuficiente para protegerte.” El miedo nos dice que debemos tomar las cosas en nuestras propias manos para obtener la felicidad en nuestras vidas y, de esa manera, tememos perder el control o dejar el control a otra persona ¡y tememos especialmente dar total control a Dios!

Lo contrario del miedo es la confianza ¡y claro que es difícil confiar completamente en Dios! ¿Cuántas veces has orado por algo y cuando no obtuviste lo que querías con la rapidez o la forma en que lo querías, renunciaste a esperar en Dios y te encargaste tú mismo de ello? ¿Y con qué frecuencia te has arrepentido más tarde, porque no pudiste resolver el problema satisfactoriamente de todas formas?

Los sufrimientos que tememos actualmente pueden acercarnos a Dios. La Escritura dice:

Los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Porque no recibieron un espíritu que los vuelva a esclavizar al temor, sino que recibieron el Espíritu de filiación. Y por él clamamos: “Abba, Padre”. El Espíritu mismo testifica con nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Ahora bien, si somos hijos, entonces somos herederos — herederos de Dios y coherederos con Cristo, si realmente compartimos sus sufrimientos para que también podamos compartir su gloria. (Romanos 8, 14-17)

La Escritura también dice:

El Hijo del Hombre vendrá a la hora en que no lo esperen. (Lucas 12, 40)

No lo esperamos a él en nuestros sufrimientos. ¡Lo buscamos para aliviar nuestros sufrimientos y, usualmente, lo exigimos de Él! Cuando el alivio no llega lo suficientemente rápido, nuestros sentimientos nos convencen de que él ya no nos ama, de que no estamos seguros con él y de que él nos ha abandonado. El miedo nos ciega a ver sus lágrimas cuando él está a nuestro lado. El miedo ensordece el consuelo que nos ofrece. El miedo nos impide sentir sus fuertes brazos cargándonos.

¿Qué sientes cuando tienes miedo? Los sentimientos son verdaderas expresiones de lo que está sucediendo dentro de nosotros, pero los sentimientos no nos enseñan la Verdad. Dios no es un Dios de sentimientos, pero los sentimientos son parte de Dios. Debemos ver lo que nuestros sentimientos nos dicen, pero no debemos dejar que nuestros sentimientos nos controlen. Los sentimientos son meramente reflejos de nuestras creencias. Si nuestras creencias son erróneas y si creemos que nuestros sentimientos nos están enseñando algo, terminamos por ir en la dirección equivocada, y terminamos en confusión, luchando batallas innecesarias.

Para vencer el miedo y entrar en la plenitud del amor de Dios por ti:

  1. Mira el miedo
  2. Identifica la mentira que está diciéndote
  3. Di a ti mismo cuál es la verdad
  4. Descubre POR QUÉ es verdad
  5. Elige creer en la verdad
  6. Pide al Espíritu Santo, que es la Verdad misma, que te capacite para creer en la verdad
  7. Actúa en base a la verdad

Por ejemplo, cuando te sientes mal contigo mismo:

  1. Mira el miedo (Me temo que soy una mala persona)
  2. Identifica la mentira (No sirvo, no soy lo suficientemente bueno y merezco el abuso)
  3. Di a ti mismo la verdad (Yo soy valioso, soy suficientemente bueno, no merezco ningún tipo de castigo)
  4. Descubre POR QUÉ es verdad (fui hecho a imagen de Dios, por lo tanto soy valioso. Cristo murió por mí y me redimió de la inutilidad. Sufrió voluntariamente por mí y eligió hacerme “suficientemente bueno” para Su tremendo amor. Cuando tomó mi lugar y el de mis pecados en la cruz, cargó sobre sí los castigos que merecía y, así, ya no merezco ningún tipo de castigo.)
  5. Elige creer en la verdad (ya no quiero ser controlado por la mentira nunca más)
  6. Pide al Espíritu Santo, que es la Verdad misma, que te capacite para creer en la verdad. (¡Socorro!)
  7. Actúa en base a la verdad (HARÉ algo bueno para mí mismo. Buscaré LO MÁS PRONTO POSIBLE, algo que sea divertido para mí, algo que disfrute, algún tipo de recompensa, ¡sólo porque soy yo!)

Tomar acción es crucial para superar los temores y vivir en la plenitud del amor de Dios.

Vemos la verdad y la olvidamos.
Escuchamos la verdad y la recordamos.
HACEMOS la verdad y la comprendemos.

Con la comprensión viene un cambio en nuestras creencias. Dejamos de creer las mentiras del miedo y comenzamos a creer que Dios realmente nos ama. Y eso es cuando voluntariamente damos a Dios nuestra confianza. Esto es cuando somos libres para vivir en el poder pleno del reino de Dios. Es entonces cuando tenemos autocontrol en lugar de ser controlados por el miedo. Eso es cuando el amor se hace cargo. Entonces ¿a qué le temes?

Porque Dios no nos dio un espíritu de timidez,
sino un espíritu de poder, de amor y de auto-control.
(2 Timoteo 1, 7)

© 1998 por Terry A. Modica


A continuación puedes escuchar nuestro podcast “No temas” >>

Lee también nuestro Palabrasvivas La pasión de evangelizar con coraje >>

 


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