Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica
“No hay pérdida que no venga con un crecimiento, siempre que la enfrentemos con el Señor.”
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
Fiesta de Santa María Magdalena
Julio 22, 2024
Oración para hoy:
Señor Jesús: necesito un encuentro personal contigo. Mi vida no es plena si no ha experimentado el inmenso amor que me tienes. Llena mi vida de manera tal, que no pueda dejar de anunciar tu Nombre. Amén.
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Lecturas de hoy:
Cantar de los Cantares 3, 1-4b o 2 Corintios 5, 14-17
Salmo 63, 2-6.8-9
Juan 20, 1-2.11-18
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/072224.cfm
Soltando nuestras pérdidas
Debemos reflexionar sobre la actitud de María Magdalena y el gran amor que sentía por Cristo; pues aunque los discípulos se habían ido del sepulcro, ella permaneció…. Y así sucedió que la mujer que se quedó atrás para buscar a Cristo fue la única en verlo. La perseverancia es esencial para cualquiera buena acción, como la voz de la verdad nos dice: “El que persevere hasta el final se salvará.” – Papa San Gregorio Magno (tomado de un sermón sobre Santa María Magdalena)
En la lectura del Evangelio de hoy, vemos las emociones de María de Magdala, una de las amigas más cercanas de Jesús. En primer lugar, ella lloró – como lo hacemos nosotros cuando alguien o algo importante nos es arrebatado.
Hasta lo más profundo, lloramos y tratamos de aferrarnos a los recuerdos del pasado, como si pudiéramos hacerlos presentes. Quisiéramos que el tiempo con nuestro ser querido o una parte de su vida anterior nunca hubiese terminado. Nos gustaría poder volver atrás y disfrutar más plenamente lo que solíamos tener. Si podemos, incluso tratamos de traerlo de vuelta, y nos enojamos con aquellos (y con Dios) que son responsables de nuestra pérdida. Esto es normal en un proceso de duelo saludable.
Seguramente en las lágrimas de María estaba la sensación de: “¡Yo lo amaba taaaaanto! ¡No tuve suficiente de él! ¡Quiero más! ¡Necesito más! ¡No puedo creer que se haya ido! ¡No es justo! ¡No es correcto! ¿Cómo pudo Dios permitir esto? “
Entonces, cuando el Jesús resucitado se le apareció a ella y finalmente lo reconoció, lo abrazó con entusiasmo, alivio y temor. Era más que un abrazo de “bienvenida”. Ella no quería dejarlo ir.
¿Cómo nos sentimos nosotros cuando recuperamos algo que habíamos perdido? Queremos aferrarnos a ello para no perderlo otra vez.
Sin embargo, Jesús no dejó que ella lo abrazará por mucho tiempo. ¿Por qué no? Seguramente Él entendía sus sentimientos y sus necesidades. Su explicación: “Todavía no he subido al Padre.” En otras palabras, era muy bueno tener a Jesús de regreso, pero algo mejor iba a suceder.
Jesús iba a dejarla de nuevo, su carne tenía que salir de este mundo para que pudiera dar su Espíritu Santo a todos. Así él podría estar con todos nosotros todo el tiempo.
Sean cual sean las pérdidas que hemos sufrido, tenemos que confiar que Dios quiere que pasemos a un nuevo lugar, un buen lugar. Tenemos que dejar de aferrarnos al pasado y dejar el “qué hubiera pasado si…”, pensar en eso sólo nos hace sentir más miserables, si lo logramos, nos volvemos libres para pasar a una nueva vida en la que experimentamos más del Cristo resucitado a través de su Espíritu Santo.
La muerte y la resurrección son dos ingredientes esenciales de la vida cristiana. No hay crecimiento sin pérdida, no hay pérdida que no venga sin crecimiento, siempre y cuando pasemos por ella con el Señor.
Es bueno valorar el pasado – al igual que María Magdalena y los discípulos atesoraron para siempre los tres años con Jesús y en repetidas ocasiones contaron a los demás acerca de ello – pero también debemos valorar lo que Dios está planeando para el futuro, aunque todavía no sepamos lo que depara ese futuro. Sin importar qué tan temible o solitario parezca ahora ese futuro, Dios estará contigo, ¡y él será muy bueno contigo!
© 2024 por Terry A. Modica
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