La unidad del sacerdocio

Reflexiones Diarias

Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.

por Terry Modica

Somos bautizados en el ministerio sacerdotal de Cristo


A través del Bautismo todos los creyentes comparten el sacerdocio de Cristo.


Reflexión de las Buenas Nuevas para:

Jueves de la 33ra. Semana del Tiempo Ordinario
Memorial de la Presentación de la Bienaventurada Virgen María
Noviembre 21, 2024

Oración para hoy:

Abre mis ojos y mis oídos, Señor, para que sepa reconocer y aprovechar tu paso por mi vida. Amén.

Oración y Reflexión Diaria¡MEJORA TU DÍA!
Poderosas oraciones católicas con la reflexión diaria están disponibles en nuestro canal de YouTube en español.

Lecturas de hoy:

Apocalipsis 5, 1-10
Salmo 149, 1b-6a.9b (con Ap 5, 10)
Lucas 19, 41-44
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/112124.cfm

La unidad del sacerdocio

Escucha esta reflexión en audio

La primera lectura del día de hoy (del Apocalipsis) nos da un himno del cielo: “De ellos hiciste un reino y sacerdotes para nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra.” Esto no se refiere sólo al clero. Todos somos bautizados en el ministerio sacerdotal, profético y real de Cristo.

El Catecismo de la Iglesia Católica, párrafo #1591, explica: “La Iglesia entera es un pueblo sacerdotal. A través del bautismo todos los fieles comparten el sacerdocio de Cristo. Esta participación se llama “sacerdocio común de los fieles.”

Jesús es el Sumo Sacerdote. Con él, debemos todos ofrecer sacrificios por el reino. Y todos tenemos un ministerio de oración e intercesión por otros, incluso con lágrimas en algunas ocasiones, como vemos a Jesús en el Evangelio. Con Jesús, lloramos por los que están enfrentando dificultades, pero aun no vuelven sus vidas hacia Dios: “Si tan sólo supieras lo que contribuye a la paz…” Este sacerdocio de lágrimas es un compartir la pasión de Cristo.

El párrafo #1547 del Catecismo dice que los sacerdotes ministeriales (ordenados) y el sacerdocio común (de los laicos) trabajan juntos, “cada uno a su manera, en el único sacerdocio de Cristo.” Los sacerdotes y los laicos están juntos en el mismo yugo, y el yugo de Jesús es suave y ligero porque la carga del trabajo se reduce cuando se comparte. Cuando cada uno de nosotros – clero y laicado juntos – compartimos nuestros dones y talentos en colaboración, se logra mucho más y con mayor energía que cuando servimos a Dios por separado.

El Concilio Vaticano II restauró en la iglesia esta visión original de Cristo y los Apóstoles y de las parroquias nuevas que fundaron. Trágicamente, muchas de nuestras parroquias carecen hoy de la puesta en práctica de esta visión.

Cuando los sacerdotes ordenados florecen en su ministerio, capacitando a sus feligreses a utilizar sus talentos y habilidades en la iglesia libremente, el sacerdocio común del laico florece, y la parroquia cobra vida, las donaciones aumentan, y se logra mucho bien.

Asimismo, cuando el laico ayuda al clero liberándolo de los trabajos de la iglesia para que puedan crecer en sus deberes sacramentales, el sacerdocio ministerial también prospera. La mayoría de las vocaciones al sacerdocio surgen por el ejemplo de los sacerdotes florecientes, y las nuevas vocaciones pastorales suelen ser los laicos que fueron capacitados por sus sacerdotes para reavivar el espíritu de servicio.

Si trabajamos juntos en el sacerdocio de Cristo, no hay escasez de vocaciones. Puede ser que no tengamos suficientes sacerdotes ordenados para llenar cada parroquia, pero nuestro Señor es un Dios de plenitud. Él provee, no a través de individuos, sino a través de la comunidad. Él provee, no a través del clero solamente, sino a través de la comunidad. Cada necesidad se puede resolver si el clero, los religiosos y los laicos sirven en asociación, unidos por el sacerdocio de Cristo.

Donde hay escasez para hacer el trabajo del Señor, es porque el laico no ha aceptado todavía completamente su propio llamado al ministerio y/o sus sacerdotes no los han capacitado todavía completamente (o los han autorizado pero después les han bloqueado su potencial intentando controlarlos). Los sacerdotes ordenados son libres de realizar la misión que les fue dada por sus Santas Órdenes cuando el laico es libre para utilizar, en colaboración con ellos, los dones que Dios les ha dado.

Las vocaciones del laico no son únicamente, como hemos oído durante muchos años, de una manera limitada, “la vocación al matrimonio” y “la vocación de vivir una vida casta como soltero.” Las vocaciones del laico son el uso legítimo y autorizado de cualesquiera que sean sus dones y talentos, por el bien de la iglesia.

¿Has estado orando por un aumento de vocaciones santas? Dios está contestando la oración- y eres parte de la solución. No podemos solamente orar por ello; Dios nos está tocando a cada uno de nosotros en nuestros hombros y diciendo, “Yo te estoy llamando a ti también. ¡Ocúpate! Trabaja con el resto de mi pueblo sacerdotal.”

Para más sobre este tema, usa nuestra oración: “Misterios Dolorosos del Santo Rosario para el Aumento de Vocaciones Santas” en https://buenasnuevascatolicas.org/oraciones/rosario-por-las-vocaciones-santas/

© Terry A. Modica, Good News Ministries

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