Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica
“Como los discípulos en el bote sacudido por la tormenta, nos olvidamos que mientras Jesús esté a bordo, estaremos fuera de peligro de ser destruidos.”
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
Martes de la 13ra. Semana del Tiempo Ordinario
Julio 4, 2023
Oración para hoy:
Señor mío, Jesucristo: te doy gracias por estar siempre junto a mí. Que en medio de las tempestades, no olvide jamás quién eres. Tú eres la razón para seguir navegando, confiada, audaz y fielmente. Amén.
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Lecturas de hoy:
Génesis 19,15-29
Salmo 25, 2-3.9-12
Mateo 8, 23-27
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/070423.cfm
¿Está Jesús durmiendo en tu bote?
“Pero estaba dormido”. Esta frase del Evangelio de hoy, podría describir cómo nos sentimos con respecto a Jesús cuando nuestras oraciones no son contestadas. ¿Está dormido Jesús en medio de nuestras necesidades? ¿Qué tenemos que hacer para despertarlo?
Quizás recemos rosarios adicionales una novena entera de rosarios y, cuando los nueve días terminan y nada ha pasado aún, comenzamos de nuevo y la palabra “novena” pasa a significar “nueve más el tiempo que sea necesario para que Jesús se despierte”. O quizás hacemos un trato con Dios: “Si me rescatas pronto de esto, ¡iré a Misa todos los días! ¿Holaaaa? ¿Eso te despertó?”.
La respuesta que llega de Jesús es: “¿Por qué tienen miedo ustedes, personas de poca fe?”
Como los discípulos en la barca agitada por la tormenta, nos olvidamos de que mientras Jesús esté en la barca con nosotros no corremos peligro de ser destruidos.
Las tormentas son normales. Jesús nunca enseñó a sus discípulos a construir una cúpula que mantuviera el mal tiempo afuera y que nos rodeara de condiciones climáticas perfectas. Entonces, ¿por qué nos sorprendemos cuando llegan las tormentas? ¿Por qué asumimos que la vida cristiana debería ser estable, suave y fácil? Es porque, instintivamente, sabemos que pertenecemos a otro mundo: nuestro hogar verdadero es el cielo. Dios dejó un pedacito de cielo dentro de nuestras almas cuando nos creó.
Y, debido a que Dios también nos dio el polvo y la suciedad de esta tierra cuando nos creó, instintivamente sentimos el deterioro de nuestros cuerpos temporales. Sentimos la cercanía de la destrucción. De esta manera, nos da terror cuando nos golpean los problemas tormentosos. Tememos ser devorados por ellos más allá de nuestra habilidad de permanecer a flote.
Por eso Jesús vino para cuidarnos. Él venció la destrucción cuando resucitó de la muerte. Al creer en esto, no tenemos motivos para temer que nuestros problemas sean desastrosos. Y, sin embargo, igual tememos y miramos a Jesús pensando: “… pero está durmiendo, de no ser así, todo estaría bien”.
Pero lo que realmente duerme es nuestra fe. Mientras dormimos, Jesús se para en nuestras barcas y dice lo mismo que le dijeron los ángeles a Lot en la primera lectura de hoy. “Sigue tu camino, ¡o serás arrastrado! No mires hacia atrás ni te detengas. No mires lo que podría o debería haber sido, ya que esto te impedirá avanzar en tu camino de crecimiento de la fe. En cambio, mira mi misericordia”.
Como dice la escritura en el salmo de hoy, cuando caminamos con integridad nuestros pies se posan sobre tierra firme. Al avanzar en la misericordia de Dios, lo seguimos hacia donde él nos lleva y, como Lot, nos alejamos de la destrucción. Aunque sea un camino largo y lleno de tormentas, estamos seguros.
© 2023 por Terry A. Modica
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