Nuestro Magnificat

Nuestro Magníficat

[ ORACIONES ]

La Grandeza del Señor

¿Cuánto proclama tu alma, gozosamente, la grandeza del Señor? El Magníficat de María (ver Lucas 1, 46-56), que podemos hacerla nuestra como “Nuestro Magníficat”, es una oración poderosa que podemos usar cada vez que nos gozamos en una bendición recibida, o cuando estamos deprimidos por la necesidad de bendiciones que aún no hemos recibido.

Nuestro Magníficat

Mi alma proclama la grandeza del Señor:
¡Regocíjate! No importa cuán terrible sea un problema, Dios es más grande.

Mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador:
¡Regocíjate! Aun cuando me siento muy triste, mi espíritu se regocija en lo profundo de mi interior, porque sabe que Dios es mi salvador. Me está rescatando ahora mismo, aunque no pueda verlo ni comprenderlo.

El Todopoderoso ha hecho grandes cosas por mí:
¡Regocíjate! Dios está haciendo grandes cosas por mí. Y hará grandes cosas por mí. Y hará grandes cosas a través mío. Al ver que mis sufrimientos se tornan valiosos y útiles, en lugar de desperdicio y vana destrucción, ya no parecen tan terribles. Los desastres han conducido a una nueva vida. El gozo llega al darle un propósito a mis pruebas, al tomar lo que he aprendido para usarlo en el ministerio para el beneficio de otros.

Ha mostrado la fuerza de Su brazo y ha dispersado a los soberbios de corazón:
¡Regocíjate! Cuando trato con personas difíciles de la manera en que lo hizo Jesús, les estoy revelando Su fuerza y Su superioridad. Por mí misma, me sacaría de encima a estas personas muy rápidamente, pero entonces me perdería de contemplar una gran victoria. Los planes de Dios toman más tiempo que los míos, porque está orquestando todo e invitando a todos a la conversión, a un nuevo crecimiento y a la sanación. Eventualmente, aquellos que le dicen sí, son salvados por Su fuerza, y aquellos que lo rechazan, tropiezan con los escollos de su propia vanidad.

Ha derribado a los poderosos de sus tronos y ha exaltado al humilde:
¡Regocíjate! En mi deseo de tener a Dios como mi máxima prioridad, para hacer de los caminos de Dios mi único objetivo, me ha protegido de aquellos que han tratado de derribarme. No importa lo que me hagan, no pueden apartarme de Dios y de Su bondad. Aunque pueda parecer que me controlan y que ganan batallas en mi contra, sólo Dios es mi Señor, y en la batalla final, Jesús destruirá todo mal.

Ha colmado de bienes a los hambrientos:
¡Regocíjate! No tengo nada de valor eterno excepto aquello que recibo de Dios y, cuando me vuelvo hacia Él para que me alimente, me satisface desde Su gran abundancia. Tengo Su paciencia para los problemas que experimento y para la espera que soporto y tengo Su amor sobrenatural para las personas que parecen imposibles de amar.

Ha venido en ayuda de Su sierva:
¡Regocíjate! Nunca estoy sola. Su amor por mí no conoce fronteras. ¡Su nombre es Santo!

¡Amén! ¡Regocíjate!

© 2009 by Terry A. Modica


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