¿Dónde Está Dios Cuando Golpea el Desastre?

Donde está Dios

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Cuando el desastre nos golpea, o cuando vemos cómo la destrucción golpea las vidas de otras personas, es normal preguntarse: “¿Dónde está Dios? ¿Por qué no impidió esto?” Esa es una de las cinco etapas del duelo espiritual.

El duelo espiritual comienza con el dolor que causa confusión. La fe y la confianza en Dios se contradicen, aparentemente, con la realidad.

Por ejemplo, leemos en Mateo 7, 24-25:

“Todo aquel que escucha mis palabras y las practica, es como un hombre sabio que edifica su casa sobre la roca. La lluvia cae, las corrientes fluyen y los vientos soplan y golpean contra la casa; sin embargo esta no se cae porque tiene sus cimientos sobre la roca.”

¿Dónde está Dios cuando golpea el desastre? Huracán KatrinaLa suposición natural, entonces, cuando un huracán barre la casa de una persona que activamente vive su vida de pecado y elige no creer en el amor salvador de Jesús es: “Ahh, se debe a que es una mala persona.” Y, cuando una casa en la cercanía se salva del desastre y tiene una estatua de Jesús en el jardín, que no se dañó por los escombros que volaban, decimos: “Ahh, es un milagro. La gente que vive ahí es buena y Jesús los protege.”

Pero, cuando un cristiano lleno de fe, de oración asidua, sufre el mismo desastre que el pecador, nos confundimos. Dudamos de nuestra comprensión del amor protector de Dios. Y nos deprimimos, nos desesperamos y nos desalentamos. ¿¿¿Dónde está Dios??? ¿Por qué permitió que esto sucediera?

Lo mismo sucede con otras clases de desastres: la muerte de un ser querido y cualquier otra oración importante que ha permanecido no respondida.

Cuando sufrimos la angustia de vivir cualquier clase de destrucción, necesitamos esperanza y sanación. Experimentaremos restauración permitiéndonos pasar por las cinco etapas del duelo para que podamos llegar a la etapa final: la aceptación. (Más de esto en un minuto.)

La fe se pone a prueba en las crisis. Cuando confiamos en Dios a pesar de que todas las evidencias dicen que no deberíamos, el proceso de las cinco etapas del duelo transforman las crisis en fortaleza espiritual. El crecimiento espiritual, generalmente, no sucede en los momentos fáciles y cómodos, por el contrario, tiene lugar más poderosamente cuando debemos esforzarnos por elegir confiar en Dios.

La desesperación y la falta de esperanza están basadas en la falta de confianza en Dios. Las dudas acerca de Dios están basadas en lo que vemos con nuestros ojos — como si pudiéramos confiar en que nuestros ojos van a ver la imagen completa. La fe nos dice que hay una imagen más grande que la que podemos conocer y entender. La fe nos dice que Dios ha estado trabajando en un plan — sus propias estrategias — para convertir los desastres y sufrimientos en un bien mayor.

Para restaurar la esperanza, para renovar nuestro entendimiento del amor protector de Dios, para sobreponernos a la depresión, a la desesperanza y al desaliento, debemos transitar por un proceso de duelo. Si nos quedamos atorados en cualquiera de las primeras cuatro etapas, necesitamos pedirle a Dios que nos ayude a comprender por qué nos quedamos atrapados y pedirle que nos acerque a la etapa final.

A menudo, nos mueve hacia delante el tomar acción contra el desastre involucrándonos en el proceso de recuperación en consonancia con la inspiración del Espíritu Santo. Por ejemplo, en el período posterior a un huracán, la depresión se puede convertir en un nuevo entendimiento del amor de Dios, si ayudamos a los otros que fueron afectados por la tormenta, recolectando bienes para aquellos que perdieron todo, aun si nosotros lo perdimos todo en la misma tormenta.

A veces avanzamos al buscar ayuda profesional. Los problemas de hoy pueden, de manera inconsciente, conectar nuestras emociones con recuerdos de un pasado distante. Quedar atascados en cualquiera de las primeras cuatro etapas del duelo, puede ser signo de una herida del pasado que está rogando por ser sanada.

Las Cinco Etapas del Duelo Espiritual:

 

  1. Negación: ¿Realmente está sucediendo esto? ¡Seguramente estoy viendo una película!
  2. Negociación: ¡Oh mi Dios, esto es real! Si oro más de lo normal, tal vez podría hacer que las cosas malas se detengan.
  3. Depresión: La negociación no funcionó. Me siento vacío, desesperado, solo, ignorado por Dios y por aquellos en los que podría buscar fortaleza.
  4. Ira: El Señor, o las personas que causaron este sufrimiento, deberían ser castigados. Buscaré la forma de desquitarme, por ejemplo, arremetiendo verbalmente contra ellos.
  5. Aceptación: Sucedió, pero Dios aún es Dios. Aún ama a todos, sigue en control de todo y aún puede sacar algo bueno de esta tragedia. Quiero aprender más de esta experiencia, crecer gracias a ella, fortalecer mi fe y amor, y ayudar a otros usando lo que he aprendido.

Jesús nos asiste de dos formas: a través de los demás y cuando estamos a solas con él, durante nuestro tiempo de oración. El Padre le dio ángeles para que le asistieran cuando cargó con la Cruz. El Padre nos ha dado ángeles y a su Hijo también. Y amigos y consejeros llenos de fe.

“Dios ha visitado a su pueblo” es el mensaje aprendido cuando Jesús resucitó al joven de la madre viuda (leer Lucas 7, 11-17). El hijo muerto es cualquiera que tú conoces que ha sido herido, abusado o que ha perdido mucho en un desastre como un incendio o un huracán (es decir, algo dentro ha muerto).

“¡Te digo, levántate!”, nos dice Jesús. “Levantarse” podría significar volver a la rutina normal. A veces significa hacer un cambio que diga “basta”. Podría significar que nos alejemos de aquellos que nos hunden y buscar a otros que nos ayuden con el proceso de recuperación. En una resurrección, siempre se gana algo nuevo, una forma nueva de lidiar con los problemas, un lugar nuevo para vivir o trabajar, unirse a una parroquia nueva o tener el coraje de vivir una vida diferente.

Esto incluye una nueva comprensión del amor protector del Padre, una compasión consoladora que no detiene todo el mal, pero nos lleva desde la tragedia hacia el triunfo, del sufrimiento a la recuperación. Jesús dice, “¡Levántate! ¡Amanece un nuevo día!” mientras el Padre nos da una bendición nueva.

Dios es, debido a su infinita bondad, un redentor que supera el mal sacando el bien, a pesar de todos los obstáculos. La esperanza no es pensar en positivo, es estar consciente de la bondad de Dios. Mientras te fortaleces en la esperanza, evangeliza esta esperanza en aquellos a tu alrededor que necesitan oír decir a Jesús “¡Levántate!”

© 2005, revisado en 2022 por Terry A. Modica


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