Deshaciéndonos del Falso Dios Castigador

Deshaciéndonos del Falso Dios castigador

[ PROFUNDIZA TU FE ]

Si tú ves a Dios Padre como Castigador que siempre está pendiente si haces algo malo y así poder darte un coscorrón y castigarte encerrándote en tu habitación de la miseria, entonces tú estás creyendo en un falso dios. Cuando Jesús murió en la Cruz por ti, Él tomó para sí el castigo que tú merecías por tus pecados. Cuando el Padre ahora te mira, Él ve tus pecados clavados en la Cruz y te mira como una gema preciosa tal como Él te diseñó.

En Juan 8:12-19, leemos un pasaje notable de Jesús: “… porque yo no estoy solo: tengo a mi lado el Padre que me envió.” Se plantea el interrogante: ¿cómo hizo Jesús para no sentirse desolado, cuando el Padre era tan invisible e intangible? Todos tenemos momentos en que nos sentimos solos. Cuando estamos siendo juzgados injustamente por los que nos rodean, nos sentimos completamente solos, aun cuando estemos dentro de nuestra comunidad de amigos y familiares.

paternidad de Dios-Deshaciéndonos del Falso Dios de Castigo

Si hacemos lo mejor que podemos para vivir en santidad, arrepintiéndonos de nuestros pecados y aumentando nuestra habilidad para amar a los demás, definitivamente el Padre está de nuestro lado. Él está ahí, tan real, tan cerca de nosotros, que si lo PUDIERAMOS ver a Él (con imágenes lo entenderíamos), nos fundiríamos en el amor que Él está derramando sobre nosotros. Todos nuestros miedos, angustias, enojos y dolores se disolverían en Su abrazo. Así será cuando muramos y entremos a la gloria de la vida eterna, pero oye, ¡lo necesitamos AHORA!

En nuestros cuerpos terrenales, no podemos verlo a Él y no estamos plenamente conscientes de Su cercanía. No sentimos Su presencia cercana mientras está firmemente a nuestro lado.. Él está ahí, pero aun así nos sentimos tan solos.

Lee este pasaje del Evangelio con los ojos de Jesús, con el fin de comprender la relación que Él tenía con su Padre:

Cuando Jesús le habló de nuevo a la gente dijo: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue, nunca caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.” Los Fariseos lo desafiaron:“Tú estás dando testimonio a favor tuyo, ese testimonio no tiene valor.”

Jesús les contestó: “Mi testimonio sí tiene valor, aunque lo dé yo mismo a mi favor. Pues yo sé de dónde vine y a dónde voy. Pero ustedes no tienen idea de dónde vengo o a dónde voy. Ustedes juzgan según los criterios humanos; Yo no juzgo a nadie. Pero si juzgo, mi juicio está de acuerdo con la verdad, porque no estoy solo. Estoy con el Padre que me envió.  En la Ley de ustedes está escrito que cuando dos testigos dicen lo mismo, su testimonio tiene valor. Yo mismo soy un testigo a mi favor y el otro testigo es el Padre que me envió.”

Le preguntaron: “¿Dónde está tu Padre?”

“Ustedes no me conocen a mí, ni tampoco a mi Padre,” les contestó Jesús. “Si me conocieran a mí, también conocerían a mi Padre” (Juan 8, 12-19, las cursivas son mías).

Porque tú te has entregado a ti mismo a Jesús, Él te ha entregado al Padre y el Padre se ha entregado a ti. A través de Jesús, tú vas a tener la misma relación maravillosa Padre-Hijo, que el Hijo tanto aprecia.

Este Padre, es tu Querido Papito, tu Papito Perfecto (es decir, el Padre Amoroso, que incluye todos los rasgos de la crianza maternal) y Él cree en ti. No solo te ama, sino también le gustas. Te aprecia. El Padre llora contigo cuando sufres y te conforta en Su amplio, suave y seguro regazo. Él sabe lo duro que has trabajado para superarte. Él comprende tus defectos y te tiene una paciencia sin fin. Admira los esfuerzos que haces para vencer tus pecados.

Si tú ves a Dios Padre como Castigador que siempre está pendiente si haces algo malo y así poder darte un coscorrón y castigarte encerrándote en tu habitación de la miseria, entonces tú estás creyendo en un falso dios. Cuando Jesús murió en la Cruz por ti, Él tomó para sí el castigo que tú merecías por tus pecados. Cuando el Padre ahora te mira, Él ve tus pecados clavados en la Cruz y te mira como una gema preciosa tal como Él te diseñó. Aún antes de arrepentirte en el Sacramento de la Reconciliación, Él está disfrutando tu belleza interior, porque es el verdadero tú, que Él hizo a Su imagen. La confesión y la absolución limpian el desorden entre tú y Él, así la suciedad de tu gema ya no está entorpeciendo tu relación, pero Él no deja de sonreír por lo que realmente eres.

Para que tomes conciencia de lo sólo que realmente no estás, medita en lo amoroso y perfecto que Dios Padre es realmente. Familiarízate con esto, para que la próxima vez que te sientas solo debido a los juicios injustos o percepciones equivocadas de los demás, tengas la capacidad para percibir lo cerca que el Padre está de ti. No es fácil percatarse de un Padre invisible y de sentir Su protector abrazo no físico y escuchar Sus silenciosas palabras tranquilizadoras con las que Él te dice lo bueno que en realidad eres, ¡pero lo necesitamos! Se necesita tiempo de oración, mucho tiempo acurrucados en el regazo de Papito Dios. Empieza por aumentar ese tiempo de oración. ¡Ve ahora mismo a reposar en Su amor!

© 2001 por Terry A. Modica


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