Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica
Actuamos como Jesús actuó y hacemos lo que Jesús hizo y así es como Jesús nace nuevamente, por nuestro comportamiento.
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
Jueves de la 1ra. Semana de Adviento
Memorial de San Ambrosio, Obispo y Doctor de la Iglesia
Diciembre 7, 2023
Oración para hoy:
Amado Señor: te pido perdón porque, no siempre, mis actos han sido el reflejo de lo que Tú has sembrado en mí. Amén.
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Lecturas de hoy:
Isaías 26, 1-6
Salmo 117, 1.8-9.19-21.25-27a
Mateo 7, 21.24-27
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/120723.cfm
¿Nos llevará al cielo la obediencia?
El Evangelio de hoy responde a la pregunta: “¿La gente puede perder su salvación?” Muchos protestantes creen en la teología de “una vez salvo, siempre salvo”, y que el cielo está garantizado para siempre en el día de la conversión, cuando una persona dice que sí a la muerte redentora y a la resurrección de Jesús.
La enseñanza católica, sin embargo, reconoce que una conversión podría no ser sincera o completa, y que pecados deliberados y terribles podrían alejar de Cristo para siempre a un pecador no arrepentido (llamamos a tales pecados “mortales”, porque matan el alma).
Sabiendo que esto puede suceder, muchos buenos católicos temen que algún día podrían optar por dar la espalda a Cristo.
La salvación es más que saber quién es Jesús. Muchos saben quién es él sin conocerlo. Él es más que un quién. Los demonios saben quién es e incluso obedecen sus órdenes. La obediencia por sí sola no lleva al cielo a nadie.
Jesús es más que una autoridad a la que debemos obedecer. Conocer a Jesús es conocer todo lo que él es (su propósito, su amor y su vida). Cuando sinceramente decidimos confiar en el “qué” de Jesús, naturalmente queremos ser justamente como él. Queremos seguirlo, hacer lo que hace, todo el camino al cielo.
La gente puede creer en Jesús y sin embargo permanecer en las tinieblas del pecado y de la muerte eterna. Para vivir en la luz de Cristo y permanecer en ella, no sólo tenemos que creer que él es Dios. No sólo debemos creer que él es el Salvador. También debemos creer en todo – oh, sí, ¡todo! – lo que él enseñó con palabras y con hechos.
Nosotros hacemos nacer a Jesús en el mundo (guiando a otros hacia el cielo) y aseguramos nuestro propio lugar en el cielo, escuchando sus palabras y obrando en consecuencia. La salvación es más que nuestras palabras de fe. Son las acciones que llevamos adelante porque creemos. Actuamos como Jesús actuó y hacemos lo que Jesús hizo, y así es como Jesús nace una y otra vez desde nosotros – a través de nuestro comportamiento.
La lectura del Evangelio de hoy finaliza el Sermón de la Montaña, que comenzó con el capítulo quinto de Mateo. Lee todo este sermón para averiguar qué tan bien estás compartiendo a Cristo con las personas que te rodean. Damos nacimiento a Cristo en el mundo, por ejemplo, cuando amamos a nuestros enemigos, o cuando perdonamos, o (como dijo al principio de este sermón) cuando hacemos más de lo que se pide de nosotros al ir la milla extra.
La obediencia es tan solo lo mínimo. Para llevar a Cristo al mundo, tenemos que abrazar la forma en que él llevó la cruz, ocupándonos tanto de los demás que con gusto hacemos sacrificios. Y, aunque la cruz parece la antítesis de la Navidad, es la razón por la que existe la Navidad. ¿No es esta la razón por la cual Navidad es la fiesta más grande del año para dar regalos?
El amor es lo que nos motiva a hacer más que el mínimo. Si amamos, no podemos dejar de querer hacer más, porque el amor sacrificado e incondicional es la naturaleza de Jesús. Cuando amamos a los demás, él les está amando a través de nosotros, por lo tanto, estamos unidos a él y, con toda seguridad, iremos al cielo con él.
© 2023 por Terry A. Modica
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