Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica
“Cada Misa es un servicio de sanación. Cada momento de la Misa es un encuentro con Jesús el Sanador.”
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
Martes de la 4ta. Semana de Cuaresma
Marzo 12, 2024
Oración para hoy:
Jesús, hoy quiero pedirte la gracia de que cada encuentro contigo en la Santa Eucaristía, sea una renovación de mi amistad contigo y un paso más en mi camino hacia la santidad. Amén.
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Lecturas de hoy:
Ezequiel 47, 1-9.12
Salmo 45, 2-3.5-6.8-9
Juan 5, 1-16
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/031224.cfm
¿Qué es lo que más necesita sanación?
En las Escrituras, el agua que fluye es un símbolo del Espíritu Santo. Así, la primera lectura de hoy nos dice que dondequiera que fluye el Espíritu Santo, las personas prosperan y su fe se multiplica y se esparce. Necesitamos el flujo del Espíritu de Dios en nuestras vidas para vencer las tendencias pecaminosas obstinadas y convertirnos en difusores de la fe verdadera.
Esto es mucho más importante que la sanación de nuestros cuerpos. En el pasaje del Evangelio, Jesús conecta la sanación con la santidad: ‘Has sido sanado. No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor.’ Él se preocupa menos por el bienestar físico del hombre y más por su salud espiritual.
Te podría contar infinidad de historias acerca de sanaciones milagrosas que he experimentado o he presenciado, pero ¿es esto lo que realmente importa? Con frecuencia, cuando nos enfocamos en nuestra necesidad de sanación física, nos olvidamos de pedirle al Espíritu Santo que nos ayude en nuestra necesidad de sanación espiritual. Queremos curaciones fáciles, no la dolorosa tarea de la purificación.
Con frecuencia, las dolencias físicas son el resultado de dolencias espirituales. Sin embargo, aun cuando no hay relación directa entre pecado y enfermedad, tenemos que recordar siempre que la necesidad de sanación física — aunque importante — es una prioridad menor que la sanación de nuestras almas. Al momento de la muerte, dejaremos atrás las enfermedades de la carne, pero llevaremos las dolencias de nuestras almas a la eternidad, por esto precisamos del purgatorio, para completar nuestra sanación.
Cuanto más trabajemos en desarrollar nuestra santidad aquí y ahora, más saludables se volverán nuestras almas. Observen la alternativa: al requerir un milagro físico sin abandonar nuestros pecados, algo peor se apoderará de nosotros. Nuestras almas se deterioran, nuestras vidas se desmoronan y vivimos en la miseria y soledad. Culpamos a los demás por nuestras enfermedades y nos compadecemos a nosotros mismos (“Señor, no tengo a nadie que me meta a la piscina cuando se agita el agua; alguien se sumerge antes que llegue yo.”)
Cada Misa presenta múltiples oportunidades para sanar. Las oraciones, las Escrituras, la comunidad con la que nos reunimos y la presencia Eucarística de Jesús, todo nos da sanación. La cura comienza cuando identificamos nuestros pecados y buscamos el perdón. Alcanza el punto más alto cuando declaramos con ansias, ‘¡Señor!, ¡no soy digno, pero di la palabra, di sí a mi arrepentimiento y mi alma verdaderamente será sanada!’
La Eucaristía es la comunión con el Cuerpo de Cristo, lo cual significa que sana las divisiones y rupturas dentro del Cuerpo de Cristo, lo que quiere decir que, para experimentar unidad con Cristo, tenemos que perdonar primero a aquellos que han pecado contra nosotros.
De este modo nuestras almas son sanadas al momento de finalizar la Misa. Cada Misa es un servicio de sanación. Cada momento de la Misa es un encuentro con Jesús el Sanador, por medio del poder del Espíritu Santo que nos ayuda a vencer nuestras tendencias pecaminosas y nos sumerge en la santidad.
Para reflexionar más sobre este tema, utiliza nuestro audio:”Cómo orar en el poder del Espíritu Santo – Parte 5” en como-orar-en-el-poder-del-espiritu-santo-sesion-5-el-bautismo-en-el-espiritu-santo/.
© 2024 por Terry A. Modica
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