Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica
Con Dios, el cambio es posible — ¡y gozoso!
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
Lunes de la 8va. Semana del Tiempo Ordinario
Marzo 3, 2025
Oración para hoy:
Llena, Señor, con tu Espíritu todo mi ser. Que llene con su presencia mi sentir, mi pensar y mi existir. Que yo sea un discípulo arriesgado para amar, con las buenas obras que tú preparaste desde la eternidad. Amén.
¡MEJORA TU DÍA!
Poderosas oraciones católicas con la reflexión diaria están disponibles en nuestro canal de YouTube en español.
Lecturas de hoy:
Sirácides 17, 20-24
Salmo 31, 1-2.5-7 (con 11a)
Marcos 10, 17-27
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/030325.cfm
¿No deseas cambiar? ¡Deja que Dios lo haga!
Has notado que cuando progresas mucho en tu camino espiritual, Jesús te sonríe y te dice, “Ahhh, esto es bueno, ¡es muy bueno! El Padre y yo estamos muy contentos contigo”. Pero después añade: “Hay algo más que quiero que hagas”. Te tira de tu silla acogedora donde te sentías satisfecho contigo mismo y te invita a purificarte aún más.
¡Cómo cansa eso!
Eso es lo que le pasó al pobre hombre (o mejor dicho, al joven rico) que corrió alegremente hacia Jesús en el pasaje del Evangelio de hoy. Estuvo obedeciendo debidamente todos los mandamientos de Dios. Con semejantes credenciales santas tan loables, pensó que se había ganado una puerta abierta al cielo. Pero Jesús sabía que en el corazón de este hombre estaba satisfecho consigo mismo haciendo sólo lo mínimo y viviendo una fe mediocre.
Por lo tanto, Jesús lo invitó a mirar los mandamientos de forma diferente. Fíjate que no condena al hombre. Jesús tampoco nos condena a nosotros cuando necesitamos purificarnos. Él sabe que realmente deseamos ser santos. Con un amor tremendo, nos hace ver las deficiencias de nuestra obediencia y nos enseña el mayor y más grande de los mandamientos: la Ley del Amor.
Pero fruncimos el ceño como lo hizo el joven. A nuestra naturaleza humana no le gusta deshacerse de las limitaciones autocomplacientes que imponemos a los mandamientos de Dios. Es por esto que Jesús enfatiza: “Para ti SÍ es imposible, ¡pero no lo es para Dios!”
Confiar en que Dios logrará en mí lo que yo no puedo lograr por mí misma ha sido una buena estrategia. Por ejemplo, hace varios años mientras me confesaba, me quedé mirando al sacerdote en silencio. Estaba enojada con alguien que “merecía” mi enojo. Podía decir que lo perdonaba, pero no quería dejar de sentirme enojada, porque si me volvía amable, esta persona no aprendería lo que le estaba tratando de enseñar y que obviamente necesitaba aprender.
El sacerdote me preguntó si estaba dispuesta a permitir que Dios cambiara mi actitud, por más que no estuviera dispuesta a cambiarla yo misma. No logré hacer que mi boca dijera que sí, pero sí logré que mi cabeza afirmara por mí. ¡Eso fue todo lo que necesitaba Jesús! Mediante el sacerdote, Jesús me absolvió de mis pecados y me dio la gracia sobrenatural a través de su Espíritu Santo. Cuando salí de la habitación, me sentí inundada por una nueva paz. No por mi propia voluntad, sino gracias a Dios, ¡yo era una nueva creación!
¿Cuál es el pecado al que no estás dispuesto a renunciar? ¿Qué cambio has estado evitando? ¿Qué desobediencia te resulta lógica? (Por cierto, leer estas Reflexiones de las Buenas Nuevas es muy peligroso, porque cuando el Espíritu Santo te revela un pecado a través de ellas, eres responsable de él — no hay excusas, o te arrepientes o te retiras triste).
Dile a Jesús que no quieres dejar de justificar tu pecado, pero dale permiso para recrearte de acuerdo a su amorosa bondad. Con Dios, todo cambio es muy posible — ¡y gozoso!
Sigue reflexionando con nuestro PalabrasVivas: “La Historia de Sanación de Delia” en https://buenasnuevascatolicas.org/espiritusanto/sanacion-delia
© Terry A. Modica, Good News Ministries
Por favor, compártelo con los demás invitándolos a visitar esta página. También podrías imprimirlo para tu uso personal y compartir la impresión con otras personas.