San Alfonso: El más injusto de los jueces, (Pilato) lo condenó a ser flagelado… La flagelación era el castigo infligido únicamente a los esclavos. Por lo tanto, dice San Bernardo: “Adquiriendo, no sólo la forma de un esclavo, a la que Él debió someterse sino, incluso, de un mal esclavo, por lo cual debió ser castigado y sufrir el castigo del esclavo del pecado.”
Ah, mi Jesús, perdóname las ofensas
que he cometido contra Ti,
y castígame como te plazca a Ti.
Santa Brígida, según lo que entendió que la Madre Bendita le decía: Lo condujeron al pilar, Mi Hijo se despojó de Sí Mismo y Él Mismo extendió Sus manos hacia el pilar al cual lo ataron sus enemigos sin ninguna lástima. Flagelaron Su Cuerpo puro de toda mancha o marca… Todo Su Cuerpo lacerado con látigos puntiagudos, que no arrancaban sino que surcaban Su Cuerpo… Su cuerpo lastimado y azotado hasta las mismas vértebras tanto que hasta esas vértebras podían verse… Su mismísima carne estaba surcada de golpes de correas. Mi Hijo soportó así, todo ensangrentado, todo molido, para que no quedara nada de él ni siquiera un lugar para flagelar.
La visión de Teresa: El pilar al que está atado Nuestro Salvador es bastante alto. Él está colgando de Sus manos, pero sólo para que el Cuerpo esté tenso. Nuestro Salvador está en el suelo. Es azotado sin misericordia por dos hombres al mismo tiempo … Los verdugos son cambiados dos veces asi que, en realidad, seis hombres lo azotan. Nuestro querido Salvador es azotado en todo Su Cuerpo; primero en Su espalda y, luego, es volteado y azotado por delante.
Visión de la Venerable Maria: El tercer par de verdugos no encontró ningún punto en el que abrir más venas. Sin embargo, éstos comenzaron a azotarlo con crueldad inhumana … Incluso trozos de Su carne cayeron a la tierra y en muchas partes de Sus hombros los huesos fueron puestos al descubierto quedando claramente visibles, todos cubiertos de Sangre. En algunos lugares, las superficies de los huesos así desnudos, eran más grandes que la palma de la mano … La Preciosa Sangre fluía a la tierra y se encharcaba el suelo.
Josefa: Golpe tras golpe son descargados en Mi Cuerpo por los verdugos, ya cubierto de magulladuras y deshecho por la fatiga … Con látigos y cuerdas anudadas me golpean con tal violencia que mis mismos huesos se sacuden y me desgarran con innumerables heridas … pedazos de Mi carne divina son arrancados por los azotes … La sangre fluye de cada miembro y estoy reducido a un estado lamentable de desfiguración que ya no recuerda a un ser humano.
Dr. Buckley, después de examinar la Sábana de Turín: El cuerpo es el de un hombre adulto, 5’10” de alto. El peso corporal estimado es 175 libras. El cuerpo parece tener entre 30 y 35 años de edad.
En el cuerpo hay una variedad de lesiones, que van desde contusiones simples a grandes áreas de punción donde ha habido un flujo de sangre … (Lesiones en la espalda) van desde la parte superior de los hombros hasta las áreas de la pantorrilla. Consisten en dobles heridas tipo punción que … han sido hechas, obviamente, por algún implemento con bordes afilados. El implemento fue aplicado a la piel de una manera oscilante de tal manera que sacaba pedazos de piel.
Monseñor Ricci: (Los azotadores usaron) látigos pesados con bolas pesadas hechas de metal o hueso. En la Sábana Santa, (vemos) gotas de sangre causadas por las afiladas bolas de metal. Tenían pinches en los extremos. El examen completo de la Sábana nos da dos azotadores, porque las direcciones (de las heridas) convergen, una de la derecha, una de la izquierda y el número de golpes es excesivo, más de 120.
Teresa: Cuando los soldados han satisfecho plenamente su crueldad, desatan a Nuestro Salvador y Él cae; Es una visión desgarradora.
San Alfonso: Cornelio Lapide dice que, en este tormento, Jesucristo debía, naturalmente, morir; pero Él quiso, por Su poder divino, mantenerse en vida, para sufrir aún mayores dolores por amor a nosotros.
Ah, mi más amoroso Señor…
Tú has sufrido tanto para que yo pudiera amarte.
¡Oh, nunca permitas, que en lugar de amarte,
te ofenda o te desagrade más!
Visión de Josefa: Lo que más me impresionó fue la expresión de sus ojos torturados … cerrados, hinchados y llenos de sangre, especialmente el ojo derecho. Su cabello húmedo de Sangre cayó sobre Su rostro, ojos y boca. Estaba de pie, pero doblado y atado … Su Cuerpo estaba surcado de heridas y magulladuras oscuras, las venas de Sus brazos estaban hinchadas y ennegrecidas. De su hombro izquierdo colgaba un fragmento de carne desgarrada a punto de desprenderse y lo mismo sucedía en otras partes de su cuerpo. Sus vestidos estaban a Sus pies, enrojecidos con Su Sangre.
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Compilado y © 1993 por Terry A. Modica
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