Orar como Oraba María

Orar como oraba María

[ ORACIONES ]

Veamos cómo oraba María, la Santa Madre de Jesús. Ella es nuestro mejor ejemplo de cómo orar verdaderamente, de una manera que marca la diferencia, que nos conecta inmediatamente con Dios y que hace que los milagros sucedan. Es nuestro mejor ejemplo porque la gracia de Dios la llenó desde su concepción para que pudiera ser la hija de Dios exitosa, la Eva exitosa que la Eva original estaba destinada a ser, con el propósito de traer a Jesús al mundo, a través de su propio cuerpo, a través de su propia vida. Y en esa plenitud de gracia, ella tenía la vida de oración perfecta. Así que observemos cómo oraba ella.

Veamos lo que las Escrituras nos dicen al respecto.

Pero no vemos a María orando en las Escrituras, ¿verdad? ¿O sí? Sí, en las bodas de Caná. Se quedaron sin vino, ¿y cómo habló María con Jesús? ¿Cómo oró María? Simplemente dijo: “Jesús, no tienen vino”. Llamó la atención de Dios sobre el problema, sin quejarse, sin preocuparse, sin decir cómo debía solucionarlo. Simplemente expuso el problema porque estaba llena de confianza.

¿Confianza en qué? ¿En que Dios escucharía sus oraciones y las respondería? No, aunque eso era parte de su vida. Lo que hizo que sus oraciones funcionaran fue que estaba llena de confianza en que a Jesús le importa.

Por eso, cuando María se dirigió a los sirvientes, a los encargados del vino, les dijo: “Hagan lo que él les diga”. No dijo: “Le pedí, espero que haga algo, vamos a darle una oportunidad”. Simplemente dijo: “Hagan lo que él les diga”. ¿Por qué? Porque confiaba en que a él le importaba.

Y tú, amigo mío, y yo, necesitamos recordar siempre que oramos: a Dios le importa. Le importa más de lo que nos importa a ti y a mí. Y en ese interés, por supuesto que va a hacer algo.

Entonces, la forma más santa de orar no es: “Señor, ayúdame. Señor, esto es lo que se necesita. Señor…” y luego darle nuestra lista de lo que pensamos que debería hacer. Más bien, consiste en decir simplemente: “Te presento el problema, Señor, y sé que harás algo porque te importa. Y lo que decidas que es mejor hacer, eso es lo que harás”.

La segunda parte de la oración de María fue dirigida a alguien más, no a Dios, no a Jesús, sino a los sirvientes encargados del vino. Les dijo: “Hagan lo que él les diga”. En otras palabras, podríamos decirnos a nosotros mismos cada vez que tengamos una petición en oración: “Ahora necesito escuchar y hacer lo que Dios me diga”. Es decir, simplemente dejamos que Dios nos muestre el camino desde aquí, y nos mantenemos atentos, observando y disponibles.

Esa es una oración santa.

Es la misma manera en que María oraba. Veamos su oración en la Anunciación, cuando el ángel Gabriel vino a ella y le dijo: “Vas a concebir y dar a luz al Hijo de Dios”. Y ella respondió: “¿Cómo será esto?” Este es otro tipo de oración: “No entiendo, Señor”. Y no fue dicha con duda o desconfianza. Fue dicha con un corazón que decía: “Dios se preocupa, sé que Él me revelará lo que necesito saber”. Esa era la fe detrás de su pregunta en oración.

Dios se preocupa, Él proveerá lo que necesitamos. Y, como en las bodas de Caná, ¡incluso más de lo que necesitamos!


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