¿Amable o Profeta?

Amable o profeta

[ PROFUNDIZA TU FE ]

 

Reflexión basada en Lucas 11, 37-41

¿Amable o profeta?

Cuando nos invitan a cenar, ¿qué nos dicen las buenas costumbres? “¡Sé siempre cortés!” Utiliza palabras de cortesía, felicita al anfitrión. Imita las tradiciones de la casa para demostrar respeto y aceptación.

¿Pero qué pasa cuando nos sentimos incómodos por el comportamiento o estilo de vida no cristiano de nuestro anfitrión?

Observa cómo lo manejó Jesús en Lucas 11, 37-41. ¿Qué hizo al entrar en la casa como invitado para cenar? Evitó el rito tradicional de purificación. No es que haya cometido un error por olvido. No, era un mensaje. Jesús quería remarcar un punto muy importante.

Con sus acciones, Jesús fue un profeta para el fariseo. Un profeta es un mensajero a quien Dios envía con un mensaje divino, que invita a quienes lo escuchan a una profunda santidad. Jesús eligió pasar por alto las purificaciones antes de comer, con el objeto de enfatizar el mensaje que quería dar. Y, tan pronto como vio la reacción de su anfitrión, se lanzó inmediatamente a lo que parecía ser un juicio muy duro: “¡Estás lleno de maldad!” ¡Uff!!

Los profetas no siempre son bienvenidos. ¿No es mejor ser cortés? ¿No es mejor hacerle un cumplido al anfitrión sobre la decoración de su casa y los maravillosos aromas que salen de la cocina?

Si hay algo muy malo en la casa, esa molestia que sentimos puede ser el Espíritu Santo recordándonos una verdad relacionada con ello. Y, dado que hemos sido bautizados en la vida y cuerpo de Cristo, nuestros propios espíritus instintivamente saben que nosotros también debemos hablar como habló Jesús. Todos estamos llamados a ser profetas para dar el mensaje divino que podría beneficiar el alma de nuestro oyente.

No nos corresponde juzgar a la otra persona como reacia o incapaz de aceptar la verdad. Podríamos hacer una diferencia sorprendente, o sólo sembrar algunas semillas. Si no tratamos, Dios nos hará responsables por la maldad que nuestra cortesía permitió que continuara.

Ser Profeta en lugar de ser cortés, no quiere decir que seamos groseros. Si Jesús hubiera sido grosero, hubiera dicho: “Estúpido idiota, no te aguanto más, ¡me largo!”, en lugar de: “¡Ustedes los fariseos!” La verdad que estamos llamados a decir siempre debe estar rodeada por el amor y motivada por una verdadera preocupación. Por supuesto, sin importar qué tan suave digamos la verdad que no le gusta a la otra persona, seremos juzgados como críticos. Pero eso no nos debería importar tanto como el alma de la otra persona.

Hay dos partes en el mensaje profético. La segunda mitad, igual de importante, es la sanación. Jesús inmediatamente le proporciona al fariseo la receta para sanar su alma. Allí está la misericordia de Dios. Decir la verdad sin misericordia es cruel. Después de servir como profetas, debemos servir como sanadores.

La próxima vez que estés con alguien que incomode tu espíritu, ora primero. Pídele al Espíritu Santo que te aclare el mensaje que Cristo quiere dar, imagínalo y ensáyalo en tu mente – prepárate para decir esa dura verdad y para dar la cura que sana.

© 2013 por Terry A. Modica


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