[ PROFUNDIZA TU FE ]
El día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre) es un día especial que la Iglesia nos ha dado para recordarnos lo importante que es ofrecer oraciones por aquellos que han muerto en los brazos de Jesús, pero aún no han alcanzado la gloria plena del cielo. La transición de la vida terrenal a la plena unión con Dios en el cielo no es instantánea. Llamamos a esta transición “purgatorio”.
Dado que hay mucha confusión y malos entendidos sobre la doctrina del Purgatorio ofrezco aquí una breve, aunque insuficiente, explicación.
La Vida Futura: ¿Qué enseña la Iglesia Católica?
- Todos somos pecadores. Incluso después que hemos sido liberados del pecado original por medio del Bautismo, no podemos ser perfectamente santos por nuestros propios esfuerzos.
- Porque somos pecadores, moriríamos separados de la Santidad de Dios, excepto que:
- Jesús murió en nuestro lugar, tomando nuestros pecados en la Cruz. Luego resucitó de entre los muertos y quiere que nos unamos a él en la vida resucitada por toda la eternidad.
- Aquellos que aceptan esto y buscan el perdón de los pecados vivirán eternamente unidos a Jesús en el cielo.
- Aquellos que lo entienden pero lo rechazan morirán llenos de pecado, incapaces de entrar en el cielo, optando por el infierno con el fin de evitar pasar la eternidad con Dios.
- Aquellos que siguen a Cristo pero no buscan el perdón de todos sus pecados podrán ir al cielo, pero para entrar en la plenitud de la unidad con Dios debe ser purificados, purgados (así el nombre de “Purgatorio”), de todo lo que no es santo.
¿Qué es el Purgatorio?
Jesús habló del Purgatorio cada vez que enseñaba que los pecadores que pertenecen al Reino de Dios tendrán que ser “puestos en prisión” hasta que hayan “pagado el último centavo” de sus deudas. Desde los primeros años del cristianismo, es sabido que no podemos llevar nuestros pecados al cielo. Los pecados no arrepentidos deben ser purgados de nosotros.
1 Corintios 15, 51-57, señala que “lo que es corruptible (nuestra naturaleza de carne) se debe vestir con incorruptibilidad.” El Purgatorio es un proceso de depuración de nosotros mismos de lo mundano para que podamos entrar totalmente en lo que es eterno.
Purgatorio viene de la palabra latina para fuego purificador. Algunas personas confunden esto con los fuegos del infierno, piensa, en cambio, en el “fuego del Espíritu Santo”. Al morir creyendo en Jesús, entramos en contacto con el Espíritu Santo (la «visión beatífica»), somos librados de las limitaciones de nuestros cerebros humanos y pronto nos daremos cuenta qué diferentes de Cristo habíamos sido en la tierra. Ahora, plenamente conscientes de lo que era impuro en nosotros, nuestros hábitos pecaminosos persistentes y un escaso deseo de hacer penitencia, nos duele profundamente ver el daño causado por nuestros pecados. Este dolor hubiera durado para siempre si Dios, en su gran misericordia, no nos hubiera dado una cura.
El Purgatorio es un regalo de la misericordia de Dios, no un castigo. Nos lo da porque nos ama. El dolor ardiente, la purificación del purgatorio es alimentado por nuestro anhelo de vivir eternamente en el amor pleno y santo. Porque anhelamos ser purificados, el purgatorio es un regalo de Dios para cumplir con ese anhelo.
Es bueno que nuestro arrepentimiento nos duela hasta la médula; es un fuego que quema nuestras impurezas. Alimentado por nuestro anhelo de estar unidos en la plenitud del amor santo de Dios, este dolor se intensifica al darnos cuenta que podríamos haber expiado nuestros pecados mientras estábamos en la tierra, mediante los sacramentos, la oración y las buenas obras.
Santa Catalina de Génova escribió que el deseo de Dios es un ardiente fuego más ardiente y doloroso que ningún otro fuego terrenal. Santos Tomás y Buenaventura sostuvieron que el más mínimo fuego del Purgatorio es más doloroso que el sufrimiento más grande de este mundo. La razón es porque durante nuestro viaje en la tierra, realmente no entendimos cuán grande es el amor de Dios y cuánto nos perdemos por no amar a los demás como él lo hace.
¿La misericordia de Dios ayuda a los que están en el Purgatorio?
Dios quiere llegar a todos nosotros con su amor y, por lo tanto, expresa su amor a aquellos que están en el Purgatorio consolándolos. Su compasión es infinita y él la ofrece libremente. Esto alivia su sufrimiento, pero sólo en la medida en que están abiertos a él. Mientras menos acepten su amor antes de morir, menos estarán dispuestos a hacerlo ahora. De la misma manera, mientras más purificados, más se abrirán a su misericordia.
¿Hay alguna clase de gozo en el Purgatorio?
¡Sí! Nunca hay que centrarse sólo en el sufrimiento del Purgatorio y olvidar la alegría. Al Santo Papa Juan Pablo II, le gustaba señalar que el Purgatorio es un lugar de alegría. ¡No lo olvidemos! Sus seres queridos difuntos que creyeron en Jesús se regocijan en la Visión Beatífica, en la medida en que están listos para unirse a él. Se regocijan porque son libres del mal y están totalmente con Dios, incluso si todavía están sufriendo la agonía de saber cuánto daño han hecho contra Dios por sus pecados terrenales.
Prefieren el Purgatorio por sobre la Tierra porque están libres de los ataques de Satanás y de las viejas tentaciones y están rodeados por otras almas que son igualmente libres. ¡No tienen más enemigos! Como dice Sabiduría 3, 1: “Las almas delos justos están en la mano de Dios, y ningún tormento las tocará.” Sabiduría, capítulo 3, continúa diciendo que somos castigados, pero seremos grandemente bendecidos. Dios nos purifica como el oro se purifica en el horno. (Esta analogía de la purificación crea la noción de fuego en el Purgatorio, aunque no es un fuego llameante literal como el que tenemos aquí en la Tierra). Nos convertimos en “ofrendas de sacrificio” que Dios toma para sí.
En otras palabras, en contraste con las torturas del infierno, el dolor del Purgatorio es realmente una bendición, no un tormento.
Hoy en día, las terroríficas descripciones de Purgatorio que son populares en algunas “revelaciones”, son exageraciones y no se basan en las enseñanzas de la Iglesia. Tal castigo es contrario a la misericordia de Dios y la incomparable dignidad de aquellos que han sido redimidos por Cristo.
¿Pueden nuestros seres queridos que están en el Purgatorio orar por nosotros?
Aprender sobre los sufrimientos del Purgatorio debería motivarnos a purificar nuestras vidas ahora. Pero esto no es lo único que debemos saber sobre el Purgatorio. ¡Alégrate porque tus seres queridos que han partido de la vida terrenal están más cerca de Dios que nunca! Te aman más que antes. Pueden rezar más poderosamente que antes. ¡Por supuesto que te recuerdan y te aman y rezan por ti!
El beato Antonio Rosmini dijo: “El hecho de que tengamos un cuerpo nos lleva a sentir que hemos perdido por completo a nuestros seres queridos en el momento en que nos los arrebatan, no podemos verlos, oírlos hablar o hablar con ellos. Pero, ¡cuánto más sublime es la percepción de la fe! La fe nos asegura que los afectos y los recuerdos de la persona que ya no es visible a nuestros ojos no han perecido; y que esa persona todavía está pensando en nosotros, nos ama con un amor más puro y está agradecido por todos los beneficios recibidos en este mundo; y al estar más cerca del trono de la gracia y la misericordia, tienen más poder para interceder a nuestro favor.”
¿Cuánto tiempo dura la purificación?
Para entender la respuesta a esta pregunta, debemos suspender nuestro concepto del tiempo. La vida existe en la eternidad. La eternidad habita fuera de nuestro tiempo lineal. El pasado y el futuro son ahora y, sin embargo, no son el ahora. El sufrimiento experimentado por las almas del Purgatorio no se puede medir por días o años, sino por intensidad. Si pudiéramos ver el viaje de un ser querido a través de la purificación, podría parecer que lleva años, pero, para nuestro ser querido, podría durar un momento y sin embargo, ser extremadamente difícil de soportar. O puede durar mucho tiempo sin que el alma sea consciente del paso del tiempo.
El proceso consiste en desprender las capas de cicatrices espirituales, muchas de las cuales, mientras estaban en la Tierra, permanecieron por debajo del nivel de nuestra conciencia. Todo en nosotros está expuesto. Esto puede suceder en un instante, por eso es que decimos después de las experiencias de muerte cercana: “Mi vida pasó ante mis ojos”. Pero ahora toda nuestra persona debe ser penetrada con la luz de Cristo. A medida que la purificación progresa, nuestra personalidad plena emerge por primera vez. Nos convertimos en los hijos de Dios que el Padre había querido cuando nos creó, con todos nuestros talentos, dones y habilidades para glorificar a la Santísima Trinidad.
¿Podemos ayudar a las almas del Purgatorio?
El Purgatorio existirá hasta la segunda venida de Cristo y su juicio final. Hasta ese momento, las almas allí, definitivamente necesitan nuestra ayuda. Ya no están en la Tierra, no pueden rectificar el daño que resultó de sus pecados. Sus oportunidades para reparar han pasado. Durante su vida, establecieron la velocidad a la que ahora se convierten a la experiencia completa de la Visión Beatífica, pero podemos acelerar su purificación.
Ayudarlos es una de nuestras responsabilidades como parte de la comunión de los santos, es decir, la comunidad de todos los que están unidos en Cristo en la Tierra, en el Purgatorio y en el Cielo. Puesto que la acción de cualquier miembro afecta a todos los demás, podemos ayudar a las almas a terminar su purificación.
El Papa León XIII escribió en su encíclica sobre la Eucaristía, Mirae caritatis, el 28 de mayo de 1902:
“La comunión de los santos no es otra cosa que la mutua participación en la ayuda, la satisfacción, la oración y otras buenas obras, una comunicación recíproca entre todos los fieles, ya sean aquellos que han llegado al Cielo o que están en el fuego de purificación, o peregrinos en el camino en este mundo. Porque todos se unen para formar una ciudad viva, cuya cabeza es Cristo y cuya ley es amor “.
Debido a que estamos unidos en la comunión de los santos, la liturgia católica siempre incluye oraciones por las almas en el Purgatorio. Y la Iglesia hace esta oración durante la bendición de un cementerio: “Te suplicamos, Señor, concede a las almas de tus fieles cuyos cuerpos reposan aquí el perdón de todos sus pecados”.
A través de Jesús y nuestro amor, podemos realizar en su nombre oraciones, limosnas, ayunos, sacrificios, acciones de penitencia, buenas obras y otros actos de piedad. También podemos ofrecer Misas públicas y privadas, en las cuales les damos nuestro amor y los encomendamos al amor de Jesús. Nuestro amor llena y anima a estas almas. La celebración del Día de Todos los Santos y todo el mes de noviembre está entregada a este importante ministerio de la Iglesia.
Tradicionalmente, la Iglesia ha puesto más énfasis en ayudar a aquellos en el Purgatorio que lo que hacemos hoy. Necesitamos dar importancia a este ministerio de intercesión, e incluir la oración por aquellos que nunca hemos conocido. Necesitamos hacer del Día de Todos los Santos una celebración más grande que la de Halloween, y necesitamos asistir a la Misa en el Día de Todos los Santos por el bien de nuestros seres queridos que han muerto.
¿Podemos acortar nuestro tiempo en el Purgatorio?
Nuestra meta diaria debe ser purificar nuestras vidas y crecer más profundamente en la plenitud del amor de Dios mientras todavía tenemos los Sacramentos disponibles para impulsarnos. Dios no debe ser extraño para nosotros. Tampoco debería serlo su Palabra, que es nuestra guía para vivir una vida santa. No deberíamos atrevemos a ser perezosos para deshacernos de los deseos impíos, de las actitudes mundanas, de los actos sin amor y de la ignorancia acerca de lo que Dios quiere de nosotros. Cuanto más nos unamos a su amor ahora (mediante la oración, la reconciliación, la penitencia y la purificación), menos sufrimiento tendremos en el Purgatorio.
¿Podemos evitar el Purgatorio?
El Purgatorio es una entrada de “emergencia” al Cielo para aquellos que creen en la salvación ofrecida por Cristo pero han desperdiciado su tiempo en la Tierra con actividades y actitudes contrarias al Reino de Dios. ¡Hay una puerta diferente para elegir y tenemos la libertad de elegirla!
“No deben temer al Purgatorio a causa del sufrimiento que hay allí, sino que deben pedir que no merezcan ir allí para agradar a Dios, que tan a regañadientes impone este castigo. Tan pronto como intentas agradarle en todo y tener una confianza inquebrantable, él te purifica cada momento en su amor y no deja que ningún pecado permanezca. Y entonces tu puedes estar seguro de que no tendrás que ir al Purgatorio. ” ~ Santa Teresa de Lisieux
Más aún, dijo: “El fuego del amor es más santificante que el fuego del Purgatorio…” Si vivimos ahora en estado de esforzarnos continuamente por amar más perfectamente, es decir, amar a Dios con todo nuestro corazón, mente y alma y amar a los demás como a nosotros mismos (Lucas 10, 27), que Jesús nos dice es el mayor mandamiento y resume todos los demás, estamos purificados aquí en la tierra. Cada día hay oportunidades de sufrimiento – cuando amar es difícil, perdonar a los demás es necesario y podemos darnos desinteresadamente a las necesidades de los demás – y esto nos purga de la impiedad aquí y ahora.
Ir directamente al Cielo, sin la necesidad del Purgatorio, es una cuestión de confianza. No podemos ganar el Cielo por nuestro propio mérito a través de nuestras buenas acciones, pero las buenas acciones son el resultado del amor verdadero (que es el amor “perfecto”). En este amor, conocemos el amor de Dios y sabemos que podemos confiar en Dios. Esto nos mantiene cerca de él. Sabemos, con confianza, que Jesús camina con nosotros todos los días, y por supuesto también podemos confiar en que nos llevará con él directamente al Padre en el momento en que dejemos el mundo.
En la oración de la Divina Misericordia, le pedimos a Jesús que “guíe todas las almas al cielo, especialmente las que más necesitan de su misericordia”. No: “Lleva todas las almas a través de los fuegos del Purgatorio …”.
Cada día, haz todo lo posible para estar cerca de Jesús, y morirás en sus brazos y él te llevará directamente al Cielo.
¿Qué dice la Escritura?
En esto está perfeccionado el amor con nosotros, para que tengamos confianza para el día del juicio, porque así como Él es, así estamos nosotros en este mundo. No hay temor en el amor, pero el amor perfecto echa fuera el miedo. Porque el temor tiene que ver con el castigo y el que teme no es perfecto en el amor.” (1 Juan 4, 17-18)
Las vidas de todos deben ser reveladas ante el tribunal de Cristo para que cada uno reciba su recompensa, buena o mala, según su vida en el cuerpo (2 Corintios 5, 10).
Las obras de cada uno quedarán en claro. El día lo revelará. Ese día hará su aparición con fuego y el fuego pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada hombre. Si la edificación que un hombre ha levantado sobre este fundamento sigue en pie, recibirá su recompensa; si el edificio de un hombre se quema, sufrirá la pérdida. Él mismo será salvo, pero sólo como uno que huye a través del fuego (1 Corintios 3, 13-15).
“-¡Qué desgraciado! Cancelé toda tu deuda cuando me rogaste. ¿No deberías haber tratado con misericordia a tu siervo?” Entonces el señor le entregó, enojado, a los torturadores hasta que pagó todo lo que debía (Mateo 18, 32-34).
No pierdas tiempo; Resuelve con tu oponente mientras vas de camino a la corte con él. De lo contrario, tu oponente te entregará al juez, que te entregará al guardia, que te tirará a la cárcel. Te advierto que no serás liberado hasta que hayas pagado el último centavo (Mateo 5, 25,26).
La razón por la cual Cristo murió por los pecados… fue para conducirte a Dios. . . Fue en el espíritu que fue a predicar a los espíritus en la cárcel (1 Pedro 3, 18,19).
¿Qué dicen los Santos?
“La Esencia Divina es tan pura -más pura de lo que la imaginación puede concebir- que el alma, encontrando en sí la más mínima imperfección, preferiría arrojarse en mil infiernos que aparecer, tan manchada, en presencia de la Divina Majestad. Sabiendo, pues, que el purgatorio estaba destinado para su purificación, se arroja en él y encuentra allí esa gran misericordia, la eliminación de sus manchas”. (Santa Catalina de Génova, mística del siglo XV)
“Yo estaba hablando con algunas almas que, mientras se dirigían desde el Purgatorio al Cielo, se detuvieron aquí para agradecerme porque las recordé en mi Misa esta mañana”. (Padre Pío)
“Más almas de los muertos del Purgatorio que de los vivos suben esta montaña para asistir a mis Misas y buscar mis oraciones”. (Padre Pío)
“No hay paz que pueda compararse con la de las almas del Purgatorio, salvo la de los santos en el Paraíso, y esta paz es siempre aumentada por el flujo de Dios en estas almas, que aumenta según la cantidad de impedimentos que sean removidos.” (Santa Catalina de Génova)
“El alma se levanta cada vez más y más, extendiéndose con su deseo de las cosas celestiales, a los que están antes, como nos dice el Apóstol [en Filipenses 3, 13] y, así, siempre seguirá elevándose cada vez más. Porque, por lo que ya ha alcanzado, el alma no desea abandonar las alturas que están más allá. Y así, el alma se mueve incesantemente hacia arriba, siempre reforzando su tensión para su vuelo hacia adelante por medio del progreso que ya ha realizado.” (San Gregorio de Nisa)
“El ‘fuego’ del purgatorio es el amor de Dios ‘quemando’ el alma de modo que, por fin, el alma está completamente encendida. Es el dolor de querer ser hecho totalmente digno de Aquel que es visto como infinitamente amable, el dolor del deseo de unión que ahora está absolutamente seguro, pero que aún no ha sido completamente probado.” (Santa Catalina de Génova)
© 1993 por Terry A. Modica
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