Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica
“¿Por qué me buscaban? ¿No saben que debo estar en la casa de mi Padre?” Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. (Lucas 2, 49-50)
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
Sábado de la 9na. Semana del Tiempo Ordinario
Memorial del Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María
Junio 8, 2024
Lecturas de hoy:
2 Timoteo 4, 1-8
Salmo 70, 8-9.14-17.22
Lucas 2, 41-51
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/060824.cfm
¿Qué están buscando?
¿Qué es lo que estás buscando de Dios? ¿Sabías que, si es bueno y Dios no tiene un mejor plan, ya tienes lo que estás buscando? A veces lleva tiempo que sea revelado y comprendido, pero Dios ya te ha concedido el milagro.
La mayoría de nosotros no tenemos el nivel de fe que hace que la espera por las respuestas a nuestras oraciones sea un tiempo de gozo y paz. Eso es porque no confiamos plenamente en Dios.
Durante mis años de joven adulta, después de una importante experiencia de conversión en la que me comprometí nuevamente con Cristo, la gente me contó sobre los milagros que habían recibido. No obstante, cuando yo oraba pidiendo milagros, nada sucedía. “Debo ser yo”, pensé. “Algo está mal con mi fe.” Estaba tan segura de esto que, cuando otras personas venían a orar por algo sorprendente, yo dejaba la habitación temerosa de que mi falta de fe pudiera evitar que las personas recibieran lo que habían pedido a Dios.
Dispuesta a encontrar mi camino hacia una fe que obrara milagros, me sumergí en el estudio de las Escrituras, en los grupos de oración, en los eventos parroquiales y en cualquier cosa que fuera edificador de la fe. Surgieron muchos buenos frutos de estos esfuerzos, incluidas las respuestas a algunas oraciones, pero no las suficiente. ¡La fe debía ser mejor que eso!
En nuestro interior, bien en lo profundo, cuando tratamos y tratamos pero fracasamos para tener la clase de fe que obtiene resultados en sus oraciones, culpamos a Dios. Él es, después de todo, mucho más poderoso que nosotros. Él puede hacer que sucedan milagros a pesar de nuestra fe débil y de nuestras dudas.
Cuando mi esposo Ralph quedó confinado en casa por su colitis ulcerosa, personas de todas partes del mundo oraron por su sanación. Cuando empeoró y removieron su colon, innumerable cantidad de personas oraron por su recuperación. Cuando falleció por la debilidad en su cuerpo, muchísimas personas se sorprendieron.
Las oraciones no respondidan hacen que surjan preguntas terribles, por ejemplo: ¿Dios me ha abandonado? ¿Está ignorándome? ¿Se preocupa más por los demás que por mí? Pero, cuando desapareció el primer impacto por la muerte de Ralph, comencé a preguntar: “¿Qué quieres, Señor, que haga con mi vida ahora, que no podría haber hecho si Ralph aún estuviera conmigo?”
Yo sabía que Ralph estaba totalmente sano. Yo sabía que estaba mejor que yo y, francamente, estaba un poco celosa de que él haya llegado a Casa mientras yo sigo atascada en este mundo difícil. Y sabía que Dios se estaba encargando de los tiempos. Dios tuvo un motivo maravilloso para llevarse a Ralph — un plan mejor que aquel por el que todos habían estado orando. Aunque extraño a Ralph terriblemente, confío en el plan de Dios (sea cual sea) gracias a algo que Dios me mostró hace muchos años.
Alrededor de 40 años atrás, me sentí ignorada por Dios. Mientras lloraba por eso, vino a mi mente la imagen de una caja de cartón. No era muy grande — del tamaño de un microondas. Me preguntaba qué podría ser.
“Me has puesto en una caja,” escuché a mi voz interior, pero sabía que no era mi voz. “Me has limitado. Me ves más chico de lo que soy. Abre la caja y déjame salir.”
¡Con gusto! Vi abrirse la tapa de la caja e imaginé a Dios escapando de ella y expandiéndose más y más, hasta que llenó el universo.
Este episodio fue el comienzo de mi camino de desempacar a Dios hasta verlo como realmente es — Dios como un Padre amoroso, cariñoso y perfecto, que desea más que yo que mis oraciones sean respondidas. Dios como un Padre infinito y sin límites. Dios como el Padre que soluciona mis problemas y me levanta por encima de ellos.
Y este camino es el motivo por el cual escribí una serie de libros sobre “El Corazón del Padre“. El Primero se llama: “Conoce al Verdadero y Real Papá: Diez Ejercicios Espirituales para Sanar las Heridas del Corazón”. El formato es de un libro de trabajo en el cual puedes escribir, y estará disponible muy pronto [en inglés]. Es un honor para mí contar con el prólogo escrito por Bear Wozniak de EWTN TV y radio.
© 2024 por Terry A. Modica
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