Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica
“La paz restauradora que necesitamos está disponible en cada momento porque Jesús está con nosotros en cada momento.”
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
Jueves de la 15ta. Semana del Tiempo Ordinario
Memorial de San Camilo de Lelis, presbítero
Julio 18, 2024
Oración para hoy:
Señor: necesito ser dócil para entregarte mi dolor y mi preocupación, confiando en que tu amor todo lo transforma. Amén.
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Lecturas de hoy:
Isaías 26, 7-9.12.16-19
Salmo 101, 13-21
Mateo 11, 28-30
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/071824.cfm
Encontrando descanso en el yugo de Jesús
¿Estás cansado? ¿Estás agobiado y exhausto por los problemas familiares, por los desafíos en el trabajo, en el ministerio o, tal vez, por los ataques espirituales contra tu alma? Jesús dijo en el pasaje del Evangelio de hoy, “Vengan a mí los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré.” Podemos descansar tomando su yugo sobre nosotros.
¿Qué? ¡Eso parece más peso para mí!
El yugo de Jesús es la humildad — es decir, soportar las pruebas con gentileza, paciencia, perdón, y caminando la milla extra. Pero este parece ser un yugo muy pesado, ¿cómo nos va a aliviar? ¿Cómo va a aligerar nuestra carga?
La primera lectura de hoy habla sobre tus anhelos: ansiamos la paz de Dios. Queremos un sendero suave a través de los problemas difíciles. Nos sentimos como la mujer embarazada durante el parto, pujando dolorosamente por horas y sólo expulsando gas (Isaías empleó la palabra “viento” ¿pero no creen ustedes que él se refería a esos vientos apestosos que expulsan nuestros cuerpos?).
En realidad, la paz restauradora que necesitamos está disponible en todo momento, porque Jesús está con nosotros en todo momento. Al aceptar su yugo sobre nosotros, nos unimos a él y, como él es el más fuerte del equipo, el peso del yugo recae con más fuerza sobre él, que sobre nosotros, nuestras cargas se sienten más livianas. Si no luchamos contra del yugo, tirando de Jesús en nuestra propia dirección, él nos guiará al reino de la bondad eterna por medio de su poder, su fuerza y su energía.
Los dolores de la vida son más fáciles de soportar cuando nos damos cuenta que hay un panorama más grande. Mientras aramos con Jesús en los terrenos problemáticos, estamos ayudando a sembrar el Reino de Dios, haciendo la diferencia por toda la eternidad. ¡Eso es maravilloso! Si pudiéramos ver hacia dónde nos lleva Jesús con nuestro arado, estaríamos agradecidos por la cosecha nueva que crecerá. Pero no podemos ver el futuro — si pudiéramos, es probable que ignoraríamos la cosecha llena de frutos, nos centraríamos en el sudor de la labor, arrojaríamos el yugo y saldríamos corriendo.
Tenemos que confiar, en cambio, en las promesas que Dios nos da para animarnos: “Ustedes encontrarán descanso,” nos dijo. La Biblia está llena de promesas que son garantías destinadas a fortalecernos y mantenernos arando sin importar lo difícil que es producir frutos maravillosos.
Podemos gemir y quejarnos de las pruebas o podemos perdonar a aquellos que hacen nuestra vida difícil. El perdón es la clave para encontrar la paz de Cristo que nos corresponde por derecho. Sin embargo el perdón requiere, con frecuencia, mucho esfuerzo y tenemos que escarbar profundamente en nuestra humildad para encontrar la voluntad para perdonar, una voluntad que existe en la profundidad de nuestro dolor.
Entre más profundo aremos con Jesús, más fortaleceremos nuestros músculos, y entre más usemos esos músculos, más ligera se sentirá nuestra carga.
© 2024 por Terry A. Modica
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