Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica
Para descubrir la belleza de cualquier verdad, necesitamos abrirnos humildemente a una nueva perspectiva.
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
Miércoles de la 17ma. Semana del Tiempo Ordinario
Memorial de San Ignacio de Loyola, Presbítero
Julio 31, 2024
Oración para hoy:
Quiero seguirte Señor, más allá de las olas y las tempestades del viaje. Quiero ir tras de ti, con todo mi amor y coraje. Amén.
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Lecturas de hoy:
Jeremías 15, 10.16-21
Salmo 58, 2-4.10-11.17-18
Mateo 13, 44-46
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/073124.cfm
Encontrando tesoros escondidos
Al igual que el autor de la primera lectura de hoy, creemos que la Palabra de Dios nos trae gozo pero, cuando estamos en medio de problemas causados por nuestros propios pecados y que no sabemos cómo resolver el daño o, cuando la vergüenza nos paraliza, nos sentimos tristemente aplastados por la verdad. Nos sentimos derribados por el peso de la carga.
Más aún, si peleamos con la verdad, la carga pesa más aún y los problemas nos aplastan. Lloramos: “¿Por qué mi pena continúa, mis heridas son incurables y se rehúsan a sanar?”
Dios responde: “Si te arrepientes, te restauraré… Si buscas sólo lo que es precioso y no lo despreciable…”
Perdemos nuestro gozo cuando las instrucciones de Dios son contrarias a nuestras ideas egocéntricas, mundanas (y por lo tanto despreciables) sobre lo que es correcto y bueno para nosotros. Nos alejamos de él y nos preguntamos por qué nos sentimos solos. Cuando alguien nos lastima, justificamos nuestra ira y, en nuestra falta de perdón, nos quejamos de que Dios no está ayudándonos.
La perla en la lectura del Evangelio de hoy puede ser cualquier verdad. Aunque siempre es preciosa, si no vemos el valor de la perla (porque preferimos una alternativa pecaminosa), la arrojamos de lado como si no fuera valiosa. Para descubrir la belleza de cualquier verdad de nos desagrada, necesitamos abrirnos humildemente a una nueva perspectiva.
Yo aprendí esto de mi hijo cuando tenía cuatro años. David pensó que había descubierto el escondrijo de todos los tesoros cuando se topó con una mesa de ofertas en una juguetería local. Le dije que podría comprar cualquier cosa debajo de $2. Con una gran concentración y atención, comenzó a revolver y a examinar. Eligió un juego de pinball de mano rayado y muy usado. No valía ni 25 centavos.
Sugerí otros juguetes que estaban en mejores condiciones. Me miró con exasperación. ¿Cómo no podía ver yo que ese juego de pinball era el único tesoro verdadero en esa mesa?
Resultó ser una gran compra. David lo llevaba a todos lados – a la cama, a la cena, al baño. También llevaba con él el sonajero que había encontrado hacía poco tiempo, escondido en algún lugar de la casa. Ese sonajero le había aburrido cuando era muy pequeño. Ahora que estaba viejo y en desuso, resultaba uno de sus tesoros.
Para encontrar los tesoros que nos darán alegría, debemos ignorar las preferencias de nuestra naturaleza carnal y mundana y atrevernos a confiar en Dios en su Palabra. Debemos buscar perlas preciosas en la redención que Jesús nos da para nuestros pecados. Podemos ganar mucha sabiduría si nos preguntamos: “¿Por qué me está molestando este pecado? ¿Qué dice sobre mi deseo de crecimiento?” ¡Qué hermoso tesoro escondido!
© 2024 por Terry A. Modica
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