Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica
Cuanto más nos apoyamos y confiamos en Jesús, más abiertos están nuestros espíritus a las mociones de su Espíritu.
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
Martes de la 22da. Semana del Tiempo Ordinario
Memorial de San Gregorio Magno, Papa y Doctor de la Iglesia
Septiembre 3, 2024
Oración para hoy:
Que la autoridad de tu amor liberador, entregado a los hombres, llene mi ser y el corazón de todos los que te buscamos, ¡amado Señor! Amén.
¡MEJORA TU DÍA!
Poderosas oraciones católicas con la reflexión diaria están disponibles en nuestro canal de YouTube en español.
Lecturas de hoy:
1 Corintios 2, 10b-16
Salmo 144, 8-14
Lucas 4, 31-37
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/090324.cfm
Diferencia entre juzgar y enjuiciar
¿Cuál es la diferencia entre escudriñar todo (como en la primera lectura de hoy) y juzgar que, como sabemos, Jesús firmemente lo describió como pecado? San Pablo dice que “aquel que es espiritual puede juzgar todo.”
La diferencia es entre el qué y el quién. En la observación del qué — una situación, una idea, un comportamiento — el Espíritu Santo lo escudriña y, si escuchamos a Dios, escuchamos su opinión sobre ello. Pero ¿cómo sabemos que no estamos escuchando nuestras propias opiniones, que pueden estar siendo desviadas debido a nuestra percepción limitada de la realidad y que han sido capacitadas por las perspectivas limitadas de los demás y por la locura del mundo?
Una buena relación con el Espíritu Santo es esencial para la buena escucha. Cuanto más nos apoyamos en Jesús, confiando en él más que en nosotros mismos, más abiertos estarán nuestros espíritus a las indicaciones de su Espíritu.
En la observación del quién, erramos cada vez que sacamos conclusiones, porque no conocemos plenamente el corazón, la motivación y el nivel de responsabilidad de la otra persona, sólo Dios lo sabe; sólo Dios puede ser El Juez. Podemos identificar correctamente cuando las personas están pecando, pero sólo podemos hacer suposiciones acerca de por qué, cuánto entienden y cuánto pueden considerarse responsables. Las suposiciones nunca pueden ser confiables.
Incluso cuando nuestras suposiciones son correctas, no somos libres de juzgar al pecador, porque juez es quien tiene la autoridad para imponer la sentencia. Sólo Dios tiene esa autoridad, porque sólo Dios es libre de pecado. ¿Recuerdas lo que Jesús dijo a las personas que querían apedrear a la mujer adúltera: quién puede tirar la primera piedra?
El Salmo responsorial de hoy nos dice cómo Dios sirve como juez (¿somos así?): clemente y misericordioso, lento para enojarse, grande en bondad, bueno con el pecador, etc. Somos rápidos para condenar. Nos frustra cuando las personas no reciben el castigo que se merecen y, sin embargo, ¡cuán agradecidos somos que Dios no nos condena tan rápidamente! Ah, el pecado de hipocresía asoma su feo rostro. El enjuiciamiento nos conduce a un pecado tras otro.
Como cristianos dedicados a unirnos a Cristo, tenemos la mente de Cristo, pero recordemos lo que está más presente en la mente de Cristo: “No vine al mundo para condenarlo, sino para salvarlo.” Nos convertimos en obstáculos en su camino cuando juzgamos a las personas. La redención y la justicia sólo se producen cuando permitimos que Jesús decida cómo sacar bien del mal.
Y por cierto, tú eres un “quién” así que ¡deja de condenarte a ti mismo! Vuélvete a la misericordia de Dios y deja que Jesús redima de todo lo que has hecho mal.
© Terry Modica, Good News Ministries
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