Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica
La santidad significa hacer el bien a pesar del mal.
Reflexión de las Buenas Nuevas para:
Martes de la 26ta. Semana del Tiempo Ordinario
Memorial de Santa Teresa del Niño Jesús, virgen y Doctora de la Iglesia
Octubre 1, 2024
Oración para hoy:
Señor mío: ayúdame a comprender que el amor es sacrificio y, por sobre todo, perdón. Amén.
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Lecturas de hoy:
Job 3, 1-3.11-17.20-23
Salmo 8, 2-8
Lucas 9, 51-56
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/100124.cfm
La verdadera medida de la santidad
¿Cómo reaccionamos cuando alguien nos impide hacer el trabajo o ministerio que queremos hacer, o persigue nuestra fe, o hace difícil nuestra vida de alguna manera? Normalmente, queremos tomar represalias. En la lectura del Evangelio de hoy, los discípulos querían vengarse de los samaritanos, pero Jesús los reprendió porque la santidad significa hacer el bien a pesar del mal.
En la primera lectura de hoy, el pobre Job se desesperó porque perdió casi todo lo que era querido para él. Satanás había dicho a Dios que la única razón por la cual Job era santo era porque Dios lo había rodeado con bondad. Esta historia fue escrita para enseñar que la verdadera santidad es el deseo de hacer el bien a pesar del mal.
Las oportunidades para practicar la santidad surgen todos los días. Los discípulos de Cristo y los samaritanos, a quienes querían destruir, amaban al mismo Dios. Siete siglos antes, los judíos que vivían en territorio samaritano se habían casado con paganos y, cuando los israelitas “puros” reconstruyeron el Templo de Jerusalén después de su cautiverio en Babilonia, los samaritanos se ofrecieron a ayudar, pero fueron rechazados debido a sus impurezas raciales. Así comenzó un prejuicio duradero y amargo, malentendido en ambos lados.
¿Somos diferentes hacia los cristianos que no adoran de la misma manera que lo hacemos nosotros?
Durante las rebeliones protestantes de la Reforma – una reforma que se necesitaba con urgencia – ambas partes lo manejaron con batallas y crueldad. Así comenzaron prejuicios duraderos y malentendidos persistentes, que han impedido el restablecimiento de la unidad en el Cuerpo de Cristo. El Concilio Vaticano II infundió en la Iglesia Católica la verdad de que los protestantes aman al mismo Señor y Salvador que nosotros (véase el párrafo 818 del Catecismo) pero, lamentablemente, muchos protestantes todavía se aferran a los prejuicios del siglo 16. Los malentendidos sobre el catolicismo son generalizados y el espíritu de prejuicio se revela en una falta de voluntad para escuchar la verdad sobre nosotros.
¿Y cómo nos sentimos los católicos acerca de esto? ¿Cómo lo manejamos? ¿Nos vengamos? O, tal vez, evitamos a los protestantes que quieren “salvarnos”, que es una forma pasiva de represalia.
Una de las declaraciones más profundas que he oído, fue la de un predicador protestante que profetizó: “Laméntense y lloren, porque el Cuerpo de Mi Hijo está roto.”
Jesús reprendió a sus discípulos por querer conducir una batalla. A pesar de tener el poder para castigar a los que eran religiosamente impuros, no tomó represalias en absoluto.
Los prejuicios se sanan a través del amor, no de la fuerza, a través de la misericordia, no del castigo. Es más difícil y más lento hacer cambios de esta manera, pero nada más es santo. Nada más revela la verdadera naturaleza de Cristo.
© Terry Modica, Good News Ministries
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