Viendo un milagro en cada Misa

Reflexiones de las Buenas Nuevas:
Haciendo que las escrituras sean significativas
para tu vida diaria.
por Terry Modica

Contemplar a Cristo implica ser capaz de reconocerlo donde él se manifieste.

Reflexión de las Buenas Nuevas para:

2do. Domingo de Pascua
Domingo de la Divina Misericordia
Abril 7, 2024

Oración para hoy:

Jesús, quiero aprender a verte en todos mis caminos. ¡Gracias por la fe que me has dado, pero auméntala para que pueda acercarme cada día más a ti! Amén.

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Lecturas de hoy:

Hechos 4, 32-35
Salmo 118 (117), 2-4. 13-15. 22-24
1 Juan 5, 1-6
Juan 20, 19-31
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/040724.cfm

Viendo un milagro en cada Misa

“¡Señor mío y Dios mío!” Esta exclamación de Tomás en la lectura del Evangelio de este domingo solía ser nuestra exclamación al elevar la Eucaristía durante la Misa. Sería bueno renovar este hábito. Es un reconocimiento humilde y lleno de asombro, del Señorío de Cristo y de la realidad de su presencia en la forma de pan y vino.

San Juan Pablo II escribió en su encíclica sobre la Santa Eucaristía, Ecclesia de Eucharistia (“La Iglesia Vive de la Eucaristía”): “Contemplar a Cristo implica ser capaz de reconocerlo dondequiera que él se manifieste, en sus diversas formas de presencia, pero sobre todo en el Sacramento viviente de su Cuerpo y su Sangre”.

Observa cómo Jesús convenció a los discípulos que verdaderamente había regresado a la vida en la carne. Al principio, pensaron que era un fantasma o no sabían qué pensar. Encontraron demasiado difícil de entender el milagro de la resurrección.

Jesús abrió sus mentes a la verdad del milagro mostrando sus heridas. Él hace lo mismo para ti y para mí en cada Misa.

Mediante el uso de nuestra lógica y nuestros sentidos, es difícil de captar la verdad de que el pan y el vino se convierten milagrosamente en el verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo — el mismo cuerpo roto y sangrante que murió en la Cruz hace más de 2000 años. ¡Es incluso más difícil de ver y comprender que el Jesús resucitado está también allí!

Durante la misa, nos adentramos en la atemporalidad de la eternidad para beneficiarnos del Cristo viviente. Cuando nos damos cuenta que personalmente necesitamos el sacrificio que hizo el Viernes Santo, porque hemos pecado, empezamos a ver sus heridas desde una perspectiva crucial. Es entonces que comenzamos a entender la verdad sobre la Eucaristía.

El primer paso para creer en el milagro de la Eucaristía es querer que la muerte de Cristo nos salve de nuestros pecados y querer que su resurrección nos lleve al cielo. El último paso se produce cuando nuestro deseo de unirnos a Jesús es tan profundo que anhelamos que consuma nuestras vidas con su presencia. Queremos que el divino Jesús venga a nosotros en la carne, de cualquier manera que él decida, para transformarnos a su semejanza.

Es este deseo el que nos hace exclamar cada vez que miramos a la Eucaristía, “¡Señor mío y Dios mío!”

Preguntas para la Reflexión Personal:
¿Has dudado alguna vez de la presencia real de Jesús en la Eucaristía? ¿Cómo te sientes cuando miras a la Eucaristía? ¿Clama tu espíritu: “Señor mío y Dios mío”? ¿Por qué sí, o por qué no?

Preguntas para Compartir la Fe en Comunidad:
¿Cómo se te ha revelado Jesús de maneras sorprendentes –“en sus muchas formas de presencia”? ¿Cuándo le has encontrado increíble, difícil de comprender? ¿Qué te ayudó a aceptar la verdad de su presencia en esa situación? ¿Y cómo te ha revelado Jesús su presencia a ti en la Eucaristía?

© 2024 por Terry A. Modica

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