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Todos pasamos por situaciones difíciles en algún momento de nuestras vidas. Es entonces cuando tratamos de encontrar salidas y, muchas veces, nos aferramos a nuestra lógica, a nuestra idea de cómo deberíamos salir o pasar por esas situaciones.
En este episodio de Camino de fe, con un testimonio, podemos ver que, ante situaciones difíciles, sólo la guía de Dios, que a veces nos parece ilógica e imposible, es la que nos lleva a buenos resultados, es sólo obedeciendo a Dios que podemos superar los obstáculos en nuestra vida.
¿Quién no ha estado en una situación de la que querría salir lo antes posible? ¿Quién no ha estado desesperado porque algo termine cuanto antes y de la mejor manera posible, y si es como pensamos nosotros mejor? Y para cada situación tenemos una idea que creemos que es la mejor, la que más se adapta, la que resolvería todo rápido y bien. Nuestras ideas nos parecen lo mejor para cada caso y, a veces, nos aferramos a ellas contra todo y todos.
Sólo Dios tiene una mirada completa, sólo él ve el cuadro completo. Su sabiduría es infinita y sabe, mucho mejor que nosotros, qué necesitamos, cuándo y cómo lo necesitamos. Pero, a veces, es al último al que recurrimos para pedir ayuda. Primero implementamos todo lo que se nos ocurre. Ponemos en prácticas todas nuestras ideas. Terminamos agotados y desilusionados.
Como Pedro, cuando está hundiéndose en el mar, lo que debemos hacer es, antes que nada, pedir: “¡Señor, sálvame!” y obedecer lo que él nos diga. Aunque no encaje en nuestra lógica, aunque no parezca la mejor solución. Sólo obedecer. Eso nos liberará.
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